martes, 21 de agosto de 2018

Facundo, Sarmiento TRABAJO PRÁCTICO


Facundo. Civilización y Barbarie, Domingo F. Sarmiento
Guía de Análisis
Criterios de evaluación:
§  Redacción clara, precisa y coherente
§  Respuestas pertinentes y completas
§  Aplicación del marco teórico en el desarrollo de las respuestas.
§  Prolijidad y uso adecuado del espacio de la hoja.

1) Introducción
a- En la exclamación que da inicio a la Introducción, relevar los principales términos o expresiones con las que el autor caracteriza el estado social y político de la Argentina del siglo XIX. Justificar cada una de las elecciones y explicar cómo se vinculan con la oposición civilización/barbarie.
b- ¿Qué tipo de relaciones establece entre la figura de Facundo Quiroga y la de Rosas? Explicar con palabras propias. Luego, extraer dos citas textuales.
c- Al momento de caracterizar a la Argentina, ¿cuáles son “los elementos contrarios (…) que se chocan”?

2) Capítulo 1
a- Al inicio del capítulo, el autor expresa: “El mal que aqueja a  la República Argentina es la extensión” ¿Cuál es la relación que establece Sarmiento entre “desierto”, “barbarie”, “ciudad”, “navegación fluvial” y “civilización”? Explicar con palabras propias y extraer citas.
b- ¿Cómo justifica la preeminencia de Buenos Aires por sobre las demás provincias?
c- ¿Cómo está caracterizada la figura del caudillo y cuál es su influencia para la realidad política de la Argentina?
d- Explicar por qué el narrador afirma que la fusión del elemento criollo con el indígena ha generado un “resultado desgraciado” para el país, y con qué culturas compara la situación del gaucho.
e- ¿Qué elementos caracterizan “a los pueblos cultos”? ¿A partir de qué puntos establece la oposición entre el hombre de la ciudad y el del campo? ¿Por qué dice del gaucho que es un sujeto “sin ninguna instrucción, sin necesitarla tampoco”?
f- Sarmiento establece una oposición entre la educación formal (escuela) y la educación “natural” (la del gaucho en las pampas). Explicarla y luego determinar por qué la escuela pública tiene un papel fundamental en la idea civilizatoria del autor.

3) Capítulo 5:
a) Respecto de la anécdota que inicia el capítulo, ¿qué rasgos de la personalidad de Facundo se quieren presentar? ¿De qué manera esta estrategia narrativa se vincula con la oposición civilización/barbarie?
b) ¿Qué relaciones establece el autor entre los rasgos físicos de Facundo y su personalidad? (tener en cuenta el concepto de “frenología”)
c) A lo largo del capítulo, el narrador presenta anécdotas de la vida del caudillo. Elegir una, explicarla con palabras propias, y luego determinar por qué creés que el autor la eligió entre otras para incorporarla a esta obra (tener en cuenta el inciso a-), y qué relación hay entre Facundo y el terror.
d) Según Sarmiento, ¿qué relación tiene Facundo con los “hombres decentes”, la carrera militar, las leyes y la “vida civilizada” en general? ¿Sarmiento condena esta situación en Quiroga? ¿Por qué?
e) ¿Por qué afirma el narrador que a Facundo “llegaban a atribuirle poderes sobrenaturales”? Explicar brevemente, con palabras propias.

4) Conclusión personal:
a- Luego de haber analizado y reflexionado a la luz de Echeverría y Sarmiento la oposición romántica civilización/barbarie, elaborar un texto argumentativo que responda a las preguntas: “¿De qué manera esta visión romántica afectó la historia de nuestro país? ¿Creés que continúa vigente en la sociedad? ¿Por qué? ¿Cuál sería un posible camino para superarla?
Tener en cuenta las siguientes pautas:
*extensión mínima, 30-40 renglones
*respetar la estructura argumentativa (introducción, desarrollo y conclusión)
*utilizar estrategias argumentativas
*la introducción debe plantear el tema desde una óptica general (por ejemplo, la definición de la oposición civilización/barbarie y su importancia en literatura romántica -Echeverría, Sarmiento-, la oposición campo/ ciudad, etc.) hacia el análisis puntual de ambas obras.
*el desarrollo debe presentar argumentos ordenados y lógicos, que se desprendan de y sostengan la tesis presentada
*la conclusión debe, brevemente, retomar la tesis y las ideas principales desarrolladas en el cuerpo
Se recomienda realizar borradores y presentarlos antes de la entrega final del trabajo, a fin de poder recibir orientaciones de la docente.



lunes, 23 de abril de 2018

Dossier 4° Año A, B y C


Colegio Secundario N° 25
“Lago del Desierto”


 DOSSIER DE LENGUA Y LITERATURA




4° AÑO A, B Y C




Prof. Adriana Muggiani
Prof. Patricia Vega


Ciclo Lectivo 2018




 


TEXTO EXPOSITIVO - EXPLICATIVO


eestos textos se manifiestan en la oralidad, en la que están presentes el emisor y el destinatario (como ocurre entre profesor y alumno) y en la escritura: textos de estudio, artículos de divulgación científica, informes, etc., en los que los emisores intentan explicar en forma clara y ordenada la información dada y presentar la trama de relaciones entre las ideas expuestas.
Las explicaciones pueden ser científicas, de divulgación científica y didácticas. En los textos científicos el emisor es un investigador el receptor es un lector especializado. El  vocabulario empleado abunda en términos científicos o técnicos pero no son definidos porque se supone que el lector los conoce. Estos textos circulan en el ámbito académico.     
Los textos de divulgación científica son textos periodísticos que actualizan información sobre descubrimientos o avances científicos. El autor es un periodista especializado que se basa en el discurso científico pero lo reformula para hacerlo más accesible ya que está dirigido a una amplia gama de lectores no especializados. Suele incluir citas de autoridad para dar validez a lo expuesto.. Muchas veces el mismo autor explicita las preguntas que supone se han formulado los receptores (esto no ocurre en los textos científicos) y presenta marcas de subjetividad: evaluaciones, apelaciones al lector, explicación de términos científicos. Se publican en revistas, diarios, libros, etc.
En el ámbito escolar circulan los textos didácticos cuya información es más sistemática ya que desarrollan los temas profundizándolos gradualmente y relacionándolos con otros para lograr que los alumnos se apropien del conocimiento cada vez con mayor nivel de complejidad. Este último rasgo es lo que diferencia este tipo de texto de los de divulgación científica.
Los paratextos son muy importantes en este tipo de textos para atraer la atención y para facilitan la comprensión. Los títulos son atractivos. Se utilizan imágenes y recurren a menudo a la intertextualidad, es decir, la utilización de citas, alusiones a otros textos. Por ejemplo, un texto explicativo sobre la violencia escolar, podría titularse “Montescos y Capuletos”.


ESTRUCTURA____________________________________________________
Generalmente, los textos expositivos presentan tres partes:
PRESENTACIÓN: se expone el tema o el problema a desarrollar para centrar en él la atención del lector.
DESARROLLO. Se amplía el tema y se lo problematiza agregando toda la información necesaria.
CONCLUSIÓN: se señalan las consecuencias, se resumen las ideas más importantes. En algunos casos, como por ejemplo la descripción del sistema solar puede no ser necesaria la conclusión; en cambio, para la explicación de un experimento es muy importante su presencia.
Cada párrafo es una unidad de lectura, por lo que suele tener la misma estructura que una exposición completa. La primera oración es un resumen que, además, anuncia el orden de la información en las oraciones siguientes (expansión de la oración inicial). El párrafo final suele terminar con una oración que se conecta con la primera.

LOS PROCEDIMIENTOS EXPLICATIVOS__________________________________
A los efectos de que la explicación sea lo más clara posible, se utilizan los siguientes procedimientos:
a)      La ejemplificación: es un procedimiento que consiste en proporcionar un caso concreto para facilitar la comprensión de algún concepto abstrato.
Marcadores:  por ejemplo, a saber, es el caso de, y signos como los dos puntos, guiones y paréntesis.
 
 


b)      La definición: expresa los significados de vocablos o expresiones que los lectores puedan desconocer. Hay distintas formas de definir:
·        
Marcadoreslos verbos ser, significar; los dos puntos, los guiones y los paréntesis.
 
Expresando el significado de un término o de una expresión.


·         Indicando la función del elemento.

Marcadores: se usa para, se utiliza para, sirve, cumple la función de, la función es, etc.
 
 


·         Describiendo las características peculiares del objeto.
Marcadores: los verbos serconsistir, poseer, y expresiones como está formado por.
 
 


·        
Marcadores: los verbos denominar, llamar, designar, etc.
 
Dando el nombre científico que se utiliza.


c)     
Marcadoreses decir, o sea, dicho de otro modo / de otra manera, en otras palabras.
 
La reformulación o paráfrasis: consiste en decir lo mismo con otras palabras para aclarar un término  o una expresión anterior.
d)      La analogía: para facilitar la comprensión se hace una comparación.
Marcadores:  como si, es como, tal como, es lo mismo que, etc.
 
                                                        






LOS ELEMENTOS PARATEXTUALES_________________________________________
Ilustraciones, infografías, notas al pie y glosario

·      Las ilustraciones permiten observar el objeto del cual se habla. Generalmente llevan un epígrafe que completa la información.
·      La infografía es un elemento visual que clarifica procesos, secuencias, o ciertos mecanismos complejos. Para que sea operativa son necesarias claridad, precisión y síntesis. La hace un periodista experto en el lenguaje gráfico.
·      Las notas al pie se indican por medio de una llamada en el texto (un número o un asterisco) y se usan para aclarar el significado de algún  vocablo, para indicar el autor y la obra a la que pertenece determinada opinión, etc.
·      Los glosarios son mini-diccionarios que figuran como apéndices y aclaran los términos científicos o técnicos utilizados.



¡AHORA!  ¡A leer para comprender y estudiar!

LITERATURA
Una primera definición de literatura
Para poder encarar el análisis de un objeto de estudio, primero hay que definirlo. Si el objeto de estudio elegido es la literatura, es necesario pensar a qué se llama literatura. Para eso los diccionarios resultan un buen comienzo.
Por ejemplo, el Diccionario Enciclopédico Sopena explica que la literatura es “la realización de lo bello por medio de la palabra”.
Se trata de una respuesta muy amplia que, a la vez, genera algunas dudas. “Realizar” algo significa hacerlo. Una vez hecho, se convierte en un “producto”. Por lo tanto, la literatura estaría conformada por los productos bellos hechos de palabras.
Si se aplica el concepto de realización a las demás artes, se podría decir, por ejemplo, que la música es la realización de lo bello por medio de los sonidos; o el cine, la realización de lo bello por medio de los sonidos; o el cine, la realización de lo bello por medio de sonidos e imágenes en movimiento.
El diccionario, además, sugiere que no todos los productos hechos de palabras forman parte de la literatura, sino exclusivamente aquellos que poseen la propiedad de ser bellos. Eso lleva a preguntarse qué es “lo bello”, que se define en la misma obra como “una propiedad armónica que poseen algunas personas o cosas y que producen en los otros un tipo de deleite particular”.
Habitualmente, no se duda de que algo sea bello cuando se está en su presencia; todos pueden decir si les gusta o no una cosa a partir de considerar su belleza. La definición de literatura se volvería de esta forma totalmente transparente y ya no quedarían dudas: “literatura es la realización de lo bello (es decir, lo que a cada persona le resulta bello) por medio de las palabras.
Una definición conflictiva
Sin embargo, esta definición presenta dos problemas. En primer lugar, es demasiado vaga, ya que depende exclusivamente de lo que a cada uno le gusta y no todas las personas coinciden a la hora de decir qué es bello y que no lo es. Incluso, la idea de belleza no sólo cambia entre personas sino también de una época a otra. Lo que es bello para un momento determinado de la historia de la cultura, no lo es para otra; por ejemplo, el ideal de mujer renacentista –siglos XlV al XVl- de contextura robusta y piel blanca y rozagante es muy diferente a la concepción actual de belleza. Más aún, lo que es bello para un grupo determinado de personas no tiene por qué serlo para otro grupo. A muchos jóvenes les gusta la cumbia, mientras otros consideran que no merece ser llamada música. En conclusión, el concepto de “lo bello” es relativo.
En segundo lugar, no todos los productos realizados exclusivamente con palabras y que son bellos, forman parte de la literatura. Muchos piropos reúnen ambas características (“¿Qué paso en el cielo que se escaparon los ángeles?”, “¡Cómo ha avanzado la ciencia que hasta las flores caminan!”), sin embargo no son considerados como parte de la literatura.
Por lo tanto, aun aceptando como válida la definición del diccionario, es necesario hacer una aclaración:
“La literatura es la realización de lo bello por medio de la palabra. Pero como el concepto de belleza es relativo, la inclusión de un producto dentro del campo de la literatura es también relativa”.
La literatura como ficción
Hay quienes consideran que lo que diferencia a los textos literarios de otro tipo de productos realizados con palabras (los manuales de instrucciones, los reglamentos, las noticias periodísticas) es la pertenencia de la literatura al campo de la ficción.
El problema, en este caso, sería aclarar qué es la ficción. Habitualmente se la equipara con la “fantasía”, lo “no real”, la “cosa simulada”, el “producto de la imaginación”, lo “fingido” o la “acción de mentir”. Pero estos conceptos poco tienen que ver con la ficción.
La ficción no es lo contrario de lo real, sino que presenta la imagen que de lo real puede construirse. Equivale a la imagen de la realidad que en un tiempo histórico determinado se propone para definir los ideales o para destacar los problemas o la decadencia moral y plantear los principios que deben modificarse.
La función de la literatura
Desde que aparecieron las primeras obras, la literatura fue de alguna manera una forma muy particular de diálogo entre dos personas: el autor y el lector. ¿Qué buscan cada uno de ellos? ¿para qué le sirve a uno y a otro la literatura?
Madame Bovary, la protagonista de la novela homónima del escritor Gustave Flaubert (1821-1880), leía novelas como una forma de escapar de su realidad, a la que consideraba mediocre y falta de interés. Scherezade, en Las mil y una noches, le narraba cuentos al sultán para evitar que le cortara la cabeza. El protagonista de “La tortuga de agua dulce”, de la escritora estadounidense Patricia Highsmith (1921 – 1995),  lee para no escuchar los reclamos de su madre. Bastián Baltasar Bux, de “La historia interminable”, del alemán Michael Ende (1929 – 1995) se refugia de las burlas de sus compañeros a través de la lectura, para finalmente convertir el acto de leer en la única posibilidad de salvar el mundo de fantasía, en inminente peligro de extinción. Martín Fierro, el protagonista del poema del argentino José Hernández (1834 – 1886), se pone a cantar para “consolarse de una pena extraordinaria”. El español Fernando de Rojas (1466 – 1541), explica en el prólogo de “La Celestina”, que ha escrito esa obra como advertencia a los jóvenes de los peligros que pueden acarrear ciertas formas del amor.
Cada lector y cada escritor usa la literatura con fines diferentes, pero todos, o la mayoría, parecen tener en común el hecho de encontrar en la literatura una forma muy especial de placer.
La función poética
Todas las obras que se consideran literarias producen una suerte de placer vinculado con lo bello. El que lee una novela o un poema encuentra un goce particular, diferente de otras formas del deleite. Ese goce que la literatura, como las obras artísticas en general, es capaz de generar, se denomina “placer estético”. Esa es, precisamente, la característica que define y diferencia la literatura de otros productos hechos con palabras.
Por ejemplo: la finalidad de informar “a través de las palabras” se logra principalmente mediante la función informativa que, para tal fin, emplea una serie de estrategias particulares. Del mismo modo, la finalidad de llamar la atención de alguien “a través de las palabras”, se logra principalmente por medio de la función apelativa. La finalidad estética propia de las obras literarias se vale especialmente de la función poética. Esta función se caracteriza por interesarse en el mensaje mismo, no sólo  por lo que se dice sino por cómo se lo dice; esto significa que el lenguaje pasa a ser el protagonista del texto a través de una cuidada selección y combinación  de las palabras. En el lenguaje literario, todas las palabras obedecen a sentidos precisos: entre varias opciones se elige una palabra y no otra, porque la seleccionada es la que mejor transmite la idea, es la expresión exacta que el autor quiere lograr.

El lenguaje literario
Dado que el lenguaje cobra una particular importancia en los textos literarios, es interesante analizar cuáles son los rasgos que lo caracterizan:
1.        Es plurisignificativo dado que tiene la capacidad de sugerir tantos significados como, en principio, acercamientos puedan hacerse al texto;
2.        Tiene la capacidad de crear su propia realidad, su propio universo de ficción diferente de aquel en que están inmersos tanto el autor como el lector;
3.        Posee una entidad lingüística propia, dado que las relaciones entre los significados y los significante son distintas de las que las palabras tienen en el uso cotidiano. Por ejemplo, cualquier vaso de un poema transmite más información que una simple secuencia de palabras;
4.        Es connotativo, porque las palabras presentan valores semánticos (significados) peculiares y de su combinación puede surgir una nueva visión de la realidad, un nuevo concepto.
Decidir qué es literatura
De manera que, para llegar a una definición de literatura, se pueden reunir los siguientes aspectos:
1.            Es un producto humano que se realiza por medio de las palabras;
2.            La presencia de lo bello es central a la hora de calificar una obra como literaria. Las obras literarias tienen claramente una función estética;
3.            El concepto de belleza es variable, ya que está determinado por la época y por cada grupo social y cultural. Por lo tanto, lo que se considera literatura también cambia;
4.            Los lectores y  los autores tienen diferentes intenciones al abordar una obra literaria. Sin embargo, es legítimo considerar que ambos coinciden en buscar e la literatura un tipo particular de placer que puede denominarse “placer estético”.
Una posible conclusión a partir de lo anterior es que todo lo que se lee como literatura es literatura. Esta nueva definición le otorga un lugar privilegiado al receptor, quien tendría en sus manos los elementos que permiten caracterizar a una obra como literaria o no literaria.
Pero,  además, según las épocas, los grupos sociales y las regiones, los textos literarios integran o no “la literatura”. Es decir, una obra puede no ser considerada literaria por sus contemporáneos pero tiempo después puede incluirse en esa categoría.
El canon literario
La palabra canon significa “lista o catálogo”. En relación con el arte, se aplica al conjunto de obras consideradas como artísticas en un período determinado. Entre ellas, se incluyen no sólo las obras realizadas por los autores contemporáneos sino también las de otras épocas y que forman parte de la tradición literaria. Las obras que no son incluidas dentro del canon literario (o que, en muchos casos, son deliberadamente excluidas) pasan a formar parte de lo que se denomina “literatura marginal”, por estar precisamente al margen o fuera de las pautas aceptadas. Por eso, muchas veces textos que conforman la literatura marginal en una época, forman parte del canon literario de otra.
La característica más importante del canon es su relativa inestabilidad, dado que el concepto de lo que es literatura resulta variable. Su variación está determinada por cuestiones referidas, entre otras, al gusto y la moda. Por ello, la valoración de una obra depende de los criterios (sociales y culturales) y las ideas con que esa obra es analizada.
El canon se constituye, principalmente, a partir de instituciones como las escuelas y universidades, los críticos literarios y las editoriales que determinan qué textos deben ser leídos como literatura y cuáles no.
CLASIFICACIÓN DE LAS OBRAS LITERARIAS
Desde la Grecia clásica hasta la actualidad, las personas interesadas en la literatura, es decir, los que la producen (escritores y editores) y los que la consumen (lectores y estudiosos) intentaron encontrar criterios que permitieran clasificar las obras. Los motivos que existen para proponer una clasificación son muchos, entre ellos los siguientes: al lector le permite reconocer que el libro que está por leer contiene una novela y no, por ejemplo, una obra de teatro y a partir de eso, plantearse determinadas expectativas. El autor, por su parte, necesita conocer las pautas que caracterizan al texto que desea escribir: si fuera un cuento, debe reconocer sus particularidades para poder encarar su escritura. Para el editor (responsable de publicar y comercializar el texto) es fundamental tener en cuenta qué quiere hacer circular en la sociedad. A los estudiosos de la literatura les sirve para establecer relaciones entre los diferentes tipos de obras a las que dedican su investigación.
Los géneros literarios
Escritores, lectores, editores  y estudiosos coinciden en clasificar de manera muy general las obras literarias según la división clásica, los textos literarios se reúnen en tres géneros: el narrativo, el lírico y el dramático.
Los géneros son formatos que se le asignan al material discursivo durante su escritura. Implican también una actitud de lectura: no se lee de la misma manera una novela de aventuras que un poema. La pertenencia de una obra literaria a un género está dada por una serie de rasgos que comparte con otros textos: por ejemplo, la estructura dialógica en los textos teatrales, o la voz narradora en los cuentos y las novelas.
Por otro lado, el hecho de que los especialistas coincidan acerca de la existencia de tres grandes grupos de obras, hace referencia al carácter convencional de los géneros, es decir, que nacen de un acuerdo acerca de sus rasgos particulares y diferenciadores.
Características de los géneros
Los tres géneros literarios clásicos (narrativo, lírico y dramático) se diferencian por las características particulares que cada uno presenta. De esta manera, los textos incluidos en, por ejemplo, el género narrativo, tiene rasgos generales semejantes.
La particularidad esencial de los textos que conforman el género narrativo es la de contar hechos. La acción de contar supone plantear una ficción y comunicar el universo creado (ficcional) de hechos y experiencias. Quien está a cargo de contar, en estos textos, es el narrador. El material discursivo, por lo general, está en prosa. Las formas más comunes de la narrativa son el cuento y la novela, aunque también se incluyen en este género las fábulas, los mitos y las leyendas.
El género dramático, como su nombre lo indica (del griego drama: “acción”) incluye las obras penadas para ser representadas. La historia, en este caso, se reconstruye a través de las palabras (diálogos) y la presencia (actuación) de los personajes. A diferencia del discurso narrativo, que está mediatizado por la voz del narrador, en las obras dramáticas no hay intermediarios entre los espectadores y la vida que se hace presente en el desarrollo de la acción dramática.
El género lírico es de estos tres géneros, por su diversidad y amplitud, el más difícil de definir. El profesor Jaime Rest señala en Conceptos fundamentales de la literatura moderna que “muchos son los autores y los críticos que han destacado en infinidad de ocasiones el hecho de que la poesía supone no sólo la introducción del verso sino también una concentración imaginativa del lenguaje, un pleno aprovechamiento del poder sugestivo y evocador que es propio de las palabras, una intrincada relación de los efectos sonoros y musicales” relacionados con el significado particular de las palabras. En definitiva, musicalidad, ritmo y la presencia de la composición en verso, son las marcas más importantes de la poesía.
Si bien las características anteriores son generales, existen textos que aunque pertenecen a un género emplean recursos propios de otro.

COCHETTI, Stella Maris y otros, Literatura Universal y Lengua 1, Editorial Puerto de Palos, 2001
GUÍA DE LECTURA
1.      ¿Cuál es el tema?
2.      Subtitular cada párrafo teniendo en cuenta los temas de cada párrafo.
3.      Subrayar las ideas principales.
4.      Identificar en el mismo las estrategias explicativas presentes  (Definiciones, ejemplificaciones, reformulación o paráfrasis, analogías)
5.      ¿Cuáles son las citas textuales en el texto? ¿Con qué intención se introducen las mismas?
6.      Elaborar un resumen del texto.
7.      Confeccionar un esquema de contenido que sintetice el contenido del texto.


DESOVILLANDO EL HILO DE LA MEMORIA: LA NOVELA HISTÓRICA

Proyectamos hacia el futuro implica conocernos en el presente y recordar de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces. Así como muchas veces en nuestra vida privada volvemos sobre anécdotas, experiencias y fotos de lo ya vivido para tratar de entender mejor nuestro presente, también en nuestra vida pública, como ciudadanos, podemos explicar y explicarnos nuestra manera de ser si indagamos en un pasado común.
Precisamente, en el deseo de conocernos, abreva la novela histórica, texto literario que se nutre de temas relacionados con la memoria y con la identidad colectiva. Elige para ello personajes y hechos claves y, aunque respeta una base histórica, los instala en un universo de ficción interpretándolos desde una mirada subjetiva. Y aquí aparece la primera frontera que separa la novela histórica del texto histórico, la intención con que se escribe y el modo de lectura que se propone, marcan una primera diferencia.
En el texto histórico el escritor indaga la realidad de una época o de un personaje de interés público con la intención de aproximarse fielmente a ellos y comprenderlos desde lo racional. Pretende acercar una visión relativamente objetiva, es decir, lo más despojada posible de sentimiento personales.
Elige un enfoque acorde con su ideología para dar sentido, significado, a los hechos investigados; pero cuando trabaja la realidad histórica se distancia de ella y se apoya en la documentación existente. En otras palabras, su mirada es lógica, racional. Es desde este lugar que el texto histórico propone un modo de lectura basado en lo real, lo verdadero.
La calidad de la información se respalda en fuentes que proporcionan datos verídicos y precisos, como por ejemplo, documentos de orden jurídico y administrativo, testimonios proporcionados por diarios, revistas y libros de la época.
El escritor arma una red de relaciones que explican lógicamente lo acontecido, pero lo hace siempre sobre el universo de lo exterior, de lo visible. Buscando la verdad de los hechos evita entrometerse en los sentimientos de quienes los protagonizaron. El lector puede entonces distanciarse y mirar los hechos con cierta neutralidad.
La novela histórica comparte con el texto histórico la voluntad de indagar en temas del pasado. También ella busca “desovillar los hilos de la memoria”, pero lo hace desde otra intención, aporta otro modo de leer la historia.
¿Cuál es su propuesta? En la novela histórica, el escritor sumerge al lector en las ideas y costumbres de otra época, en los sentimientos que movilizaron a los personajes históricos. Su visión es subjetiva, emocional. La escritura se tiñe de marcas personales.
En este caso, la realidad histórica le sirve de fuente de inspiración. Como dice la escritora argentina, Olga Monkman, “recoger la información es indispensable para desarrollar la idea de una trama, para que los episodios que viven los personajes alcancen la mayor verosimilitud posible ya que ellos pertenecen al mundo de la ficción”.
El escritor hace entonces un pacto con el lector, por el cual este último acepta que si bien hay una fuente histórica que da verosimilitud a lo narrado, el universo creado es básicamente ficticio, ya que simula la realidad, la genera imaginativamente sin corresponderse estrictamente con ella.
La riqueza del material narrado está dada en la novela histórica por su mayor o menor capacidad de transmitir el mundo íntimo, el abanico de sentimientos y sensaciones que rodean a los hechos y personajes históricos.
Se propone un modo de lectura en el cual el mundo representado se tiñe con el tamiz de la emoción y de la vivencia. Los personajes se humanizan y el lector vibra, siente, se identifica con ellos, por eso, en vez de tomar distancia se sumerge en el mundo de los personajes y es casi un coprotagonista, su mirada es sentimental y comprometida.
El universo presentado es íntimo, invisible a los ojos dela historia oficial, pero el lector amplía su conciencia histórica porque la realidad representada literariamente le plantea interrogantes, le sugiere argumentos y le proporciona nuevas claves para entender la historia. De manera que lo racional es desplazado por lo sentimental y el lugar de lo verídico es cedido a lo verosímil, a lo creíble, Lo histórico toma así otra dimensión: la visión es holística y más humana.
Una segunda frontera que separa al texto histórico de la novela histórica está dada por el lenguaje usado para comunicar las ideas. El texto histórico lo hace mediante un lenguaje unívoco, denotativo, preciso. Se despoja de marcas subjetivas para evitar ambigüedades o falsas interpretaciones. La función del lenguaje que gana terreno es la informativa.
La novela histórica, en cambio, en tanto texto literario, trabaja un lenguaje plurívoco, connotativo, pleno de sugerencias y asociaciones, de marcas de subjetividad. Un lenguaje que pone en primer plano la función estética, y con ella el placer de lo bello.
La manera de construir el mundo a través de imágenes que lleguen a la sensibilidad del lector implica en el caso de la novela histórica, expandir no sólo la conciencia histórica sino también la estética. Por ejemplo, es frecuente encontrar técnicas para explicar un mismo hecho por distintos personajes, maneras de armar la historia que desarman el orden cronológico, simulaciones de la forma de hablar de los personajes según su rol social y perfil psicológico. En fin, se moviliza un mundo de metáforas y símbolos que colocan al lector en el centro mismo de cada escena como si la estuviera viviendo.
Quizás por eso, por el modo de leer la historia y la manera de contarla, es que hoy la novela histórica ha ido ganando espacio en la preferencia de miles de lectores. Quien busca formarse como ciudadano, encuentra en esta propuesta literaria una manera de alumbrar las penumbras y llenar los intersticios de la historia que aprendió en las aulas.


ACTIVIDADES
Una vez leído el texto anterior respondan:

1.             ¿Por qué es un texto expositivo?
2.             ¿Cómo se estructura? Señalen sus partes con corchetes.
3.             ¿Qué función del lenguaje predomina?
4.             ¿Por qué se habla de desovillar el hilo de la memoria? ¿Este título debe leerse en forma literal o metafórica? Fundamenten.
5.             Identifiquen procedimientos explicativos y proporcionen  ejemplos de: definición, reformulación, analogía y cita de autoridad.





LITERATURA DEL DESCUBRIMIENTO Y LA CONQUISTA


El descubrimiento de América en 1492  por Cristóbal Colón fue uno de los hechos más importantes de la historia europea y condicionó la evolución política, social y económica de los siglos siguientes.
Desde comienzos del siglo XV, portugueses y castellanos habían intentado llegar a Oriente (las Indias), proveedor de especias y de productos de gran valor, mediante un camino alternativo a las rutas tradicionales del Mediterráneo oriental.
Las crecientes dificultades del Imperio Bizantino, que finalmente caería con la toma por los turcos de Constantinopla en 1453, forzaron a los europeos occidentales a buscar rutas alternativas a Asia.  
Fruto de estas expediciones fue la conquista castellana de las Islas Canarias, que comenzó en 1402 y concluyó en 1496 con la conquista de Tenerife.
A finales del siglo XV parecía claro que los portugueses se habían adelantado a los castellanos en la conquista de la ruta de las especias y de los metales preciosos, gracias al dominio que ejercían sobre la costa occidental africana. En este momento, Cristóbal Colón, que había estado a las órdenes del Rey de Portugal, ofreció a los Reyes Católicos el proyecto de llegar a las Indias siguiendo una ruta hacia el oeste en lugar de bordeando todo el continente africano. Para poner en práctica su proyecto. Colón partía de la idea de la esfericidad de la Tierra, Cuestión controvertida en la época. Finalmente, por las Capitulaciones de Santa FE, los Reyes Católicos acordaron con Colón el inicio de la expedición.
El 3 de agosto de 1492 inició su viaje saliendo del Puerto de Palos de la Frontera en Huelva. La expedición de tres naves llegó a una pequeña isla de las Antillas el 12 de octubre. Durante mucho tiempo Colón siguió creyendo que había llegado a Asia por la ruta occidental, pero en realidad se había encontrado con la existencia un continente desconocido en Europa: América.
El descubrimiento de América en 1492 y la conquista que se produjo a continuación trajo a las sociedades americanas un profundo trauma.
Los españoles aplicaron la política de “tabla rasa” es decir, que aniquilaron toda la cultura de los nativos e impusieron al nuevo Mundo sus costumbres, su religión, sus industrias y hasta sus plantas y animales. Pero a la vez recibieron influencia de los estilos de vida de los aborígenes. Los conquistadores aprendieron de los indígenas a fumar, a construir canoas y las técnicas de cultivo.
Los conquistadores arrasaron los templos consagrados a los dioses aztecas e incas y, sobre sus ruinas se edificaron iglesias y conventos.
La conquista fue una guerra santa, dado que se obligó a los aborígenes a renuncias a sus creencias y se les impuso la religión cristiana. La fusión de ambas culturas se hace evidente en la arquitectura de las ciudades como México, Cuzco o Lima.
Se destruyeron templos consagrados a deidades aztecas e incas y, sobre sus ruinas se edificaron iglesias y conventos. En los nuevos edificios se fusionaron el diseño español basados en los principios de la fe cristiana y la mano de obra indígena, lo cual le dio sus características propias manifestado en la forma trapezoidal de puertas y ventanas, en los motivos decorativos y en el uso de colores vivos.



EL PODER DE LA ESCRITURA


La mayor innovación impuesta por los europeos en la esfera de la comunicación y la cultura es la valoración de la escritura. La atribución de poderes mágicos a la escritura muestra la importancia que tuvo en la conquista.
Ya antes de pisar el suelo a conquistar, los europeos, amparados en una autorización escrita (las capitulaciones), extendida por el rey, consideraban que tenían el absoluto derecho a ocupar las tierras en nombre de la corona española.
Con otro documento redactado inmediatamente después de desembarcar, se conformaba la posesión de España.
La escritura simboliza la autoridad de los reyes españoles. Independientemente del consentimiento de los indígenas, la conquista se inicia a partir de enunciar un texto (el requerimiento). Ese texto no sólo incluía la voluntad de los reyes por poseer las tierras sino que además estaba legitimado por la Iglesia pues incluía la idea de que era voluntad de Dios apropiarse de las tierras para extender la fe católica. Así los indígenas, que desconocían totalmente la escritura, eran despojados “legalmente” por la escritura, de sus tierras y sometidos a juicio por su idolatría.


CARACTERÍSTICAS DE LA CONQUISTA

·         Fue una “guerra santa”. Se obligó a los aborígenes a renunciar  a sus creencias y se les impuso la religión cristiana.
·         Muchos de los conquistadores que llegaron eran muy jóvenes, la mayor parte de ellos, muy pobres que tenían una sola aspiración: el oro y la gloria.
·         La conquista se conformó con expediciones privadas. Se realizaba un contrato entre un capitán y comerciantes o banqueros que adelantaban dinero para los barcos, provisiones y municiones. La monarquía se quedaba con un porcentaje del oro. Como los navegantes corrían con todos los riesgos económicos, consideraban que podían hacer lo que se les antojara en las nuevas tierras. Así comenzaron todo tipo de abusos.
·         Las expediciones estaban compuestas en su totalidad por hombres. Esto favoreció la mezcla que se produjo con los indígenas. La ruta de las especies se transformó en la ruta del oro.
·         Los españoles sintieron ante todo asombro por todo lo que veían y sólo podían compararlo con lo conocido.
·         La esclavitud de los indios era la base de la sociedad conquistadora.

FRACASOS DE LOS CONQUISTADORES

·         La gloria, los honores y los bienes cosechados por los conquistadores no estuvieron a la altura de los riesgos que corrieron.
·         Los españoles que participaron de la conquista tuvieron también problemas con la monarquía española puesto que los títulos importantes y funciones de gobierno eran otorgados por los reyes a españoles peninsulares y no a españoles americanos.
·         Los conquistadores que volvían a España eran rechazados por la mayoría de los españoles que los llamaban “indianos”.
·         Los hombres que participaron de la conquista no lograron hacer grandes sumas de dinero, por lo cual surgió entre ellos un fuerte resentimiento. Ese descontento se mantenía a través del tiempo y se sumaba a la humillación que representaban el envío de virreyes y obispos de España. Esto será el germen de los futuros movimientos de independencia del siglo XlX.



LAS CRÓNICAS DE INDIAS

FUNDAMENTOS DEL CONQUISTADOR


Los hombres que vinieron a América inician una gesta que, según muchos historiadores, es el antecedente más espectacular de descubrimiento y conquista contenida en los anales del género humano. Esta conquista ha sido explicada como una consecuencia de tres fundamentos básicos del conquistado: “Oro, Gloria y Evangelio”
·          La primera, el oro, tiene que ver con la expansión económica y la revolución comercial que España y Portugal desarrollaron a través de las rutas marítimas a partir del siglo XlV. La corona y las clases mercantilistas necesitaban del oro para facilitar los cambios y créditos comerciales. Por eso, el conquistador trae la idea del oro como una preocupación inmediata y voraz.
·          La gloria, segundo de los impulsos básicos del conquistador, tiene que ver íntimamente con el orgullo y la vanidad que caracterizan a la raza española durante el período de preeminencia en Europa.
·          El tercero de estos impulsos, el Evangelio, arranca de la defensa de la cristiandad contra el mahometismo que España realiza, desde la invasión musulmana en el S Xll. La Expulsión de los moros de la Península, en el año a492, había acrecentado el sentimiento religioso de la poderosa monarquía que se sentía heredera de los mandatos de Dios. Por eso, el conquistador traslada al nuevo mundo los impulsos de su fe y convierte la Conquista en una Cruzada Cristiana.
·          Entre estos conquistadores, que recorren increíbles distancias del gran continente descubierto, que viven las hazañas guerreras más crueles, que se deslumbran a cada paso con una flora y una fauna nuevas, con un hombre natural cuyos orígenes desconocen, estarán los primeros escritores ocasionales de América.  Sus obras procederán de una “crónica” general o regional, de viajes o exploraciones de testigos oculares o de humanistas que recogen el material descrito por los navegantes.



CARACTERÍSTICAS DE LAS CRÓNICAS


Después del descubrimiento, cartas de navegación como la de Cristóbal Colón, epístolas a los señores protectores como la de Américo Vespucio o relatos de iniquidades que denunciaría Bartolomé de las Casas, se difundieron rápidamente por toda Europa ante lectores ávidos de entender y juzgar el proceso de Conquista.
Sobre la base desea información, se suscitaron arduas polémicas que, por razones políticas y religiosas, se oponían a España. Esas polémicas son el principio de dos doctrinas: la de los que justificaban la conquista entendida como una guerra santa destinada a propagar la fe cristiana y la de los que defendían el derecho natural de los indios en contra del poder que se asignaba al trono español.
En estas circunstancias, con los relatos de las crónicas de indias nace la literatura hispanoamericana que ofrece la visión directa de testigos de la Conquista porque se funden en hechos reales con fábulas y mitos, pues la idea de los descubridores de encontrarse con las indias contribuyó a crear una literatura fantástica donde el entrecruzamiento entre lo real y lo ficticio se encuentran en permanente consonancia. Los cronistas, por su parte, recurren a autores latinos y griegos para explicar el descubrimiento de las nuevas tierras. De este modo, se incorporan a dichas crónicas los principales mitos de la Conquista: las amazonas, el dorado, los gigantes, la fuerte de la eterna juventud, los caníbales, etc.
Al mismo tiempo, con la conquista comienza el transplante de la cultura europea, la destrucción de las civilizaciones precolombinas y el nacimiento de una sociedad que habría de florecer en el período colonial con el signo del mestizaje.
Historiadores y escritores de estas crónicas serán simples soldados, clérigos educados en el cultivo de la oratoria o personalidades cultas. Finalmente, serán hombres nacidos en América los que harán sus propias crónicas.
Por último, en las crónicas, además de los elementos literarios, que se advierten en los relatos de aventuras y en la pintura de personajes de una épica magistral, reina un concepto de la historia contrapuesto al de los indígenas. Ambas culturas tienen sus cronistas e historiadores, pero mientras en el Viejo Mundo florece el espíritu renacentista de un progreso creciente, el optimismo de las ciencias nuevas y el afán de grandes descubrimientos matemáticos, físicos y naturales; en las crónicas indígenas abundan los presagios funestos de un mundo amenazado por la historia. En cambio, los cronistas indios ven esta historia como una fatalidad y todos los fenómenos naturales indican el fin de su ciclo.


6.             ¿Por qué los textos anteriores pueden considerarse como textos expositivo?
7.             ¿Cómo se estructuran? Señalen sus partes con corchetes.
8.             ¿Qué función del lenguaje predomina?
9.             Identifiquen procedimientos explicativos que proporcionen  ejemplos de: definición, reformulación, comparación, ejemplos y cita de autoridad.
10.         Realiza un resumen (con tus palabras) sobre el tema tratado.








LA CIUDAD Y EL CAMPO
La literatura ha representado de diferentes maneras el encuentro entre dos espacios: la ciudad y el campo.
No haremos referencia al campo o a la ciudad “reales”, sino a algunas de las maneras en que se han representado esos espacios. En este sentido, podemos decir que, en la literatura, el campo y la ciudad son construcciones estético-ideológicas.
En efecto, el campo y la ciudad en los textos literarios son, en primer lugar, construcciones. Esto es así porque la literatura no es un espejo que refleja la realidad, sino que la literatura la representa, es decir, construye una realidad. Es común escuchar que la literatura, el arte, los medios de comunicación “reflejan la realidad” pero, en verdad, muestran solamente una parte y desde una determinada perspectiva. Entonces, si la literatura es una construcción, cada vez que hacemos referencia al campo y a la ciudad no hablamos de un campo “real” ni de una ciudad “tal como es”, sino de discursos sobre la ciudad y el campo, que han sido producidos con motivos y fines particulares.
Además, en los textos literarios, la construcción de la realidad es estética, porque para representar la realidad, un autor necesita recurrir a elementos específicos del discurso literario que buscan crear belleza: una cierta variedad del lenguaje o figuras retóricas, por ejemplo. Es cierto que algunos de estos elementos pueden utilizarse también en discursos no literarios, pero la literatura tiene una libertad mayor en el uso de esos recursos.
Finalmente, decimos que esta construcción estética es también ideológica porque está condicionada por las ideas del autor; sus compromisos o sus aspiraciones. La representación de un paisaje es un trabajo hecho por un autor, que es un individuo que vive en sociedad, que tiene determinada ideología y que  utiliza el lenguaje que pertenece a toda una comunidad. Es así como, por ejemplo, veremos que en algunos textos literarios el campo se vincula con la pureza y en otros con la “barbarie” y la ciudad, con la “civilización” o con la exclusión social.
El lenguaje está cargado de significados que no son inocentes ni “puros”, sino que son sentidos que la sociedad fue elaborando a lo lago de la historia. Por ejemplo, la palabra “desaparecido” no significó siempre lo mismo, si un autor argentino la utiliza luego de la década del setenta, esa palabra tiene resonancias muy distintas a las que hubiera  tenido antes de esa época. Un autor que decide escribir sobre la ciudad o sobre el campo también usa palabras que están cargadas con ciertas connotaciones, como “desierto”, “suburbio”, “centro”, y muchas otras. A partir de esas connotaciones, el autor puede relacionar ideas propias y ajenas sobre cómo es, cómo debió ser o cómo debería ser la ciudad o el campo. Esas ideas, en suma, son el resultado de una construcción ideológica y estética.
En la literatura argentina predominó la idea de que la ciudad y el campo son espacios opuestos, y la idea de que la ciudad avanza sobre el campo. Esta idea de antagonismo entre campo y ciudad fue producto de la primera generación de escritores argentinos comprometidos políticamente, como Esteban Echeverría o domingo Faustino Sarmiento, que en las décadas de 1830 y 1840 se opusieron al gobierno de Juan Manuel de Rosas. Ellos identificaron la región pampeana, la región chaqueña y la patagónica con “desiertos” que debían ser sometidos a la “civilización” y, sobre todo, a la economía agroganadera. Construyeron una oposición entre el campo y la ciudad porque, según ellos, el campo (o el “desierto”, como también lo llamaban) era uno de los problemas a resolver para consolidar la Nación y el Estado, y pretendían que el territorio “civilizado” (la ciudad) se impusiera y dominara al otro para someter al habitante de ese espacio indómito y “bárbaro”. Desde este punto de vista, el espacio viergen de la naturaleza era representado poéticamente como un conjunto de fuerzas ingobernables, mientras que la ciudad era el lugar de “las ideas, costumbres y civilización de los pueblos europeos” (Sarmiento, 1967 [ 1845]:10). De esta manera, expresaba el drama interno y la frustración de los proyectos de los hombres que habían participado de la Independencia en la década de 1810.
Ya en el siglo XX, el conflicto entre culturas será el del rechazo de los inmigrantes, de los “cabecitas negras” o de los “inmigrantes ilegales”. Con esta nueva complejidad del conflicto se advierte que el papel de los intelectuales y escritores será también más comprometido y variad

ACTIVIDADES:
1.        Lee atentamente el texto. Enumera los párrafos y coloca  un título a cada uno de ellos.
2.        Identifica la estructura y las estrategias explicativas presentes en el texto.
3.        ¿De qué manera la idea de ciudad y campo como sinónimo de civilización y barbarie se ven reflejados hoy en la sociedad?
4.        Transcribí los fragmentos en los que las ideas relacionadas del texto presentan relaciones: de causa, de oposición, comparación.
5.        Qué conectores se utilizan en el 2°, en el 3° y 4° párrafo para ordenar la información del texto.
6.        A quiénes se refiere el pronombre “ellos” en el sexto párrafo.
7.        Subraya las ideas principales y elabora un resumen del texto.


                          LITERATURA TRANSPLANTADA
  “La literatura como los árboles o las plantas, nacen en una tierra y en ella medran y mueren. Pero las literaturas también, a semejanza de las plantas, a veces viajan y se arraigan en suelo extraños. La literatura castellana viajó en el siglo XIV; trasplantadas a tierras americanas, su arraigo fue lento y difícil. El proceso de adaptación de la literatura castellana en México y en Perú fue diferente al del resto de América No me refiero solamente a la celeridad con que los virreinatos de Nueva España y Perú se convirtieron en sociedades ricas y complejas (…) sino a la existencia previa, en ambos países de altas civilizaciones (…) En México y Perú todo alude a las civilizaciones prehispánicas, lo mismo los nombres de las cosas, las plantas y los animales que los nombres de los lugares donde se levantan nuestras ciudades”.
                       Paz Octavio Sor Juana Inés de la Cruz O Las trampas de la fe. Barcelona, Seix Barral, 1982 (Fragmento)


LITERATURA DE LOS DESPLAZADOS
    Los primeros cien años que siguieron a la llegada de Colon a las Antillas fueron intensamente productivos en materia bibliográfica. Los textos sobre el nuevo continente tuvieron una característica común: se proponían testimoniar el encuentro con el nuevo mundo, difundir imágenes de las Indias para los lectores europeos, dejar constancia de los acontecimientos ocurridos, describir territorios observados por primera vez, dar cuenta a los reyes de sus posesiones o difundir la fe cristiana. Estos textos, por lo tanto, no podían considerarse como literarios por su finalidad informativa y no estética.
    Los diarios de navegación y las cartas forman un primer grupo de textos que fueron concebidos por hombres de acción, como Cristóbal Colón o Hernán Cortés. Estos escritos tenían siempre un mismo destinatario los reyes de España que exigían estar informados sobre la empresa que patrocinaban.
    La corona además exigía la escritura de relaciones, que eran informes que no debían transcribir la observación libre de su autor, sino datos precisos
    También, las crónicas e historias sobre el nuevo mundo se escribieron con la intención de presentar un texto histórico que narrara los acontecimientos y las peripecias de la conquista.
  LOS CRONISTAS
     Si bien los autores de las crónicas intentaron escribir textos objetivos que dieran cuenta de los sucesos acaecidos durante la conquista en sus obras pueden distinguirse dos tendencias: la que expone la visión de los conquistadores y la que muestra la perspectiva de los vencidos.
      La primera presenta a los españoles como heroicos portadores de la civilización y la fe cristiana. Entre estas obras se incluyen, la de Bernal Díaz del Castillo (Verdadera historia de los sucesos de la Conquista de la Nueva España) y la de Francisco López de Gomorra (Historia general de la Indias).
      Los textos que desarrolla la perspectiva de los conquistados fueron redactados por los misioneros- a partir de testimonios orales de los indígenas- o por descendientes de los indios, y describen el asombro, el dolor y el sufrimiento de las víctimas sometidas por hombres extraños y violentos. Algunos textos que se han conservado son: La relación anónima de Tlatelolco, o La nueva crónica y buen gobierno del andino Guamán Poma de Ayala.
   Sin embargo, una vez instalada la sociedad colonial, comenzó la producción artística de hombres y de mujeres nacidos en suelo americano. Estos autores influidos por la estética barroca vigente en España, produjeron textos que permitieron nombrar la exuberancia del paisaje, que dieron cuenta de la fusión y del intercambio entre elementos de la cultura indígenas y española que además, reflejaron la conflictiva identidad de los criollos y de una nueva sociedad de raigambre mestiza.
    Los escritores más destacados de este periodo son el Inca Garcilaso de la Vega y Sor Juana Inés de la Cruz quienes- por su condición de mestizos y de mujer respectivamente- hicieron una literatura que refleja la condición de los desplazados sociales.
UN NUEVO MUNDO, UNA NUEVA SOCIEDAD
   El siglo XVI fue, en América Latina, el de la evangelización y la edificación. Para el ensayista Octavio Paz fue “un siglo arquitecto y albañil”, en el que al mismo tiempo que se levantaban ciudades, iglesias, conventos y hospitales, también se iba construyendo una nueva sociedad con un entramado distintos de todos los conocidos por los europeos hasta el momento. Sobre la base bipolar de españoles e indígenas, fueron surgiendo otros grupos que le otorgaron una dinámica y un perfil singulares al continente: los mestizos los criollos y los negros. Como sociedad en formación permitió una gran movilidad social, pero al afianzarse el dominio colonial la convivencia entre españoles, criollos, negros, mestizos y aborígenes llegó a parecerse mucho a un rígido sistema de castas.
    La corona española armó una estructura administrativa e impositiva, a través de la Casa de Contratación y del Consejo de Indias en España y, la acción de Audiencias y Cabildos en América, y también legisló acerca de nativos y negros.
   La legislación, protegía al principio a los indígenas americanos, ya que la reina Isabel había dictaminado que se trataba de seres libres que no debían ser sometidos a esclavitud sino a vasallaje, sin embargo, pronto se hallaron en estado de virtual servidumbre, a pesar de la intensa defensa de sus derechos realizada por los primeros misioneros y por evangelizadores cristianos. El destino de los negros trasplantados de África fue aún peor, ya que su esclavización permitida por la ley no se cuestionó hasta el periodo de la Independencia.
GUÍA DE LECTURA
1-Explique porque el siglo XVI fue de evangelización y civilización en América Latina.
2-¿Cómo era tratados indígenas y negros realmente y cómo debían ser tratado según la ley? ¿Por qué?
3-¿Cuáles fueron las dos perspectivas con la que se escribieron los primeros textos en Las Nuevas tierras? ¿Cuál te parece como la más cercana a la realidad? Por qué?
4- ¿Cuáles eran los temas que se trataban en los primeros textos escritos sobre el nuevo mundo? ¿Y para quiénes estaban dirigidos en general y en particular?
5- ¿Qué contenido debían tener las relaciones? ¿Cuál era su finalidad?
6-¿A qué Octavio Paz le da el nombre de literatura transplantada? ¿Y por qué en México y Perú no arraigó de la misma forma esta literatura como en el resto de América? (Responde dando tu parecer personal)


                       


 LA SOCIEDAD HISPANOAMERICANA DURANTE EL SIGLO XVl, XVll y XVlll

Mientras se efectuaba la colonización por parte de los españoles, la población indígena hizo frente a dos grandes problemas a lo largo del siglo: la conquista y su integración en la sociedad colonial como pueblo dominado. La conquista produjo una enorme mortandad como consecuencia de los combates, pero el estrago mayor lo produjeron las epidemias euroafricanas, perfectamente desconocidas y para las que los nativos no tenían anticuerpos. En este sentido, la suerte de los indígenas fue muy diversa, según las regiones. No obstante los españoles procuraron su conservación ya que deseaban usufructuar la mano de obra, pero fueron perfectamente conscientes de que el sistema laboral contribuía a la caída demográfica, por lo que dictaron una serie de leyes, suavizando y mitigando el sistema de explotaciones. De este modo, para facilitar la labor evangélica, y para controlar y administrar mejor la mano de obra, se establecieron las reducciones de los indios a pueblos.
Pese a que la corona española pensó siempre en una sociedad bipolar en América (españoles e indios) surgió pronto el problema de mestizaje, consecuencia de la falta de mujeres españolas, del atractivo de las indígenas y de las costumbres más libres del continente en materia sexual. Téngase en cuenta que muchos grupos aborígenes tenían establecida la poligamia, por lo que no resultó extraño que un español tuviera varias mujeres, además de la principal. La falta de prejuicios raciales de los españoles (los tenían religiosos y sociales) facilitó también la mezcla racial. El resultado de la unión con indios y negros creó los mestizos y mulatos. Los primeros fueron adscriptos al número español, hasta que su número aumentó de manera considerable. Los mulatos formaron parte de la población libre, pues comúnmente el padre español concedía la libertad al hijo habido con la esclava. La mezcla racial menos numerosa fue la del negro con el indio que generó los grupos denominados zambos.
La sociedad básica hispanoamericana tendió a una estamentalización cada vez más fuerte. Los españoles dominaban la administración, el comercio al por mayor, los grandes centros mineros y empezaron a traspasar sus bienes a sus hijos, los criollos, nacidos en América. Los grupos mestizos se alinearon en las áreas marginales que dominaban los españoles: funcionarios de pequeña categoría, clérigos de pueblos de indios o doctrineros, capataces de minas, pequeños comerciantes, etcétera. Los grupos indígenas y esclavos (provenientes de África) mantuvieron sus delineamientos y los mulatos empezaron a controlar los oficios duros de las poblaciones como herreros, transportistas, etc.
LA ARGUMENTACIÓN


En la argumentación, el enunciador (o emisor) expresa su parecer acerca de algún tema y lo fundamenta por medio de argumentos o razones con la intención de persuadir y convencer al enunciatario (o receptor). De este modo, el enunciador está muy presente en el texto y como marcas de su presencia encontramos una gran cantidad de rasgos que manifiestan su punto de vista sobre un tema determinado. También, hay diversas formas de polifonía, es decir, la inclusión de otras voces en el propio texto. Esto ocurre porque, al expresar su opinión, el enunciador establece una especie de diálogo con aquellos que piensan como él y con aquellos que no e incluye esas voces en su discurso ua sea para refutarlas o para apoyarse en ellas.
Para los antiguos pueblos, el latín ARGUMENTUM ya significaba “razonamiento, prueba, fundamento” (además de “tema o asunto”) y derivaba del verbo ARGUERE: “argüir, sostener, demostrar, sacar en claro”. Los grandes oradores de la antigüedad sabían mucho de eso: después de captar la atención de los oyentes, los seducían con una sólida argumentación hasta convencerlos de la verdad de su proposición. Tradicionalmente, se discutía sobre cuestiones políticas o de economía o sobre hechos que impactaban en la sociedad.
Actualmente, en sociedades como la nuestra, los medios masivos de comunicación cumplen un papel muy influyente en la determinación de cuáles son los temas sobre los que vale la pena o es necesario  tener una opinión formada. Todos los diarios, noticieros de televisión y de radio dedican un espacio  para la opinión, a través de distintos tipos de textos escritos u orales e incluso hay programas destinados exclusivamente al debate. Así, inciden en la opinión pública. Del mismo modo, los temas han ido cambiando a lo largo del tiempo. Desde hace mucho, los tópicos que se trataban en la intimidad de la familia o con los amigos han llegado a los medios: la infidelidad, la amistad entre el hombre y la mujer, la violencia familiar, etc.
También hubo un cambio en las voces que opinan. Antes eran los expertos, los especialistas,  los que ocupaban esos espacios. En la actualidad, se busca conocer, además, la opinión de una figura pública, pero no especializada en el tema en cuestión o de la gente común. Para esto, los móviles salen a preguntar a las personas en la calle o se realizan encuestas para conocer qué se piensa sobre tal o cual tema, o se abren las líneas telefónicas para escuchar la opinión de todos. Así, los medios sugieren espacios participativos. Por supuesto que esas opiniones son editadas (seleccionadas, recortadas, montadas, etc.) antes de ser dadas a conocer al público.


SUPERESTRUCTURA O FORMA ARGUMENTATIVA
INTRODUCCIÓN o PUNTO DE PARTIDA
Presenta el hecho que da origen a la argumentación.
Cuadro de texto: TESIS
Expresa explícita o implícitamente la idea u opinión del emisor, por lo que muchas veces debe inferirse de la lectura de todo el texto.







Cuadro de texto: CONCLUSIÓN
Se resume lo que se dijo y se retoma la tesis con otras palabras tratando de impresionar favorablemente  al receptor para convencerlo. Aconseja tomar una determinada posición frente al tema tratado. Hay ciertos modalizadores que no sólo son indicadores de la conclusión sino que refuerzan en los destinatarios la idea de que es la correcta. Ej.: evidentemente, ciertamente,  por supuesto, no hay duda de que, con seguridad, es perfectamente claro que, etc.

                                                                                                                                                           





ESTRATEGIAS ARGUMENTATIVAS
PLANTEO DE CAUSA Y CONSECUENCIA: el emisor intenta convencer al receptor de que su postura respecto de un tema en particular es la más acertada. Para eso, plantea relaciones de razón-consecuencia entre ideas o hechos de modo que su opinión aparezca como lógica conclusión  y no como mero punto de vista. Los  conectores que se utilizan son: por lo tanto, por eso, en razón de que, porque, ya que, puesto que, en consecuencia, así que, etc.
Ejemplo: No salí porque tenía mucho frío.
ANALOGÍA: recurso que sirve para aclarar algún concepto o idea a partir de compararlo con otro similar, conocido para el receptor. Si el receptor acepta que las dos situaciones son similares, la estrategia habrá sido exitosa.
Ejemplo: Los urbanistas son profesionales que se ocupan de diseñar una ciudad, es decir, cada parte, cada elemento, cada ingrediente de su obra. De la misma manera se construye un texto.
EJEMPLIFICACIÓN: el emisor puede demostrar la validez de una afirmación apelando a un caso concreto que se supone que resulta conocido para el receptor o que vuelve concreta una información abstracta. Conectores: por ejemplo, como, etc.
Ejemplo: Las drogas son cada vez más consumidas en nuestro país. Por ejemplo en Buenos Aires…
CONCESIÓN- REFUTACIÓN: en la concesión se acepta en parte alguna opinión contraria para luego refutarla. Conectores : es cierto que, es verdad, si bien, etc. Seguidamente en la refutación se cuestiona y se trata de invalidar en parte lo dicho. Conectores: pero, no es menos cierto que, sin embargo, etc.
REFUTACIÓN: el emisor puede incluir voces que se oponen a su tesis para discutirlas, contradecirlas o descalificarlas.
Ejemplo: Quienes profesan el culto a la imagen corporal, se equivocan.
CITA DE AUTORIDAD: cuando alguien produce un enunciado puede incluir una voz especializada o respetable para darle mayor soporte a sus argumentos. También, puede hacerse referencia al saber popular.
Ejemplo: Como dijo María Elena Walsh: “todo lector es un disidente en potencia”.
DATOS ESTADÍSTICOS: consiste en recurrir a los datos que ofrecen las encuestas o al resultado de investigaciones para reforzar un punto de vista determinado.
Ejemplo: Más del 80% de los niños argentinos no posee el hábito de la lectura.
PREGUNTAS RETÓRICAS: el emisor formula preguntas que no se plantean para que el lector las responda sino que ya tienen implícita la respuesta.
Ejemplo: ¿No sería más interesante que los chicos se identificaran con sus escuelas por compartir con ellas una serie de principios y valores y no por tener estampado el nombre del colegio en letras gigantes en la espalda?
HIPÉRBOLE: funciona sobre la exageración ya sea por exceso “más astuto que Ulises” o por defecto “más lento que  una tortuga”.
Ejemplo: Tengo tanta hambre que me comería una vaca.
COMPARACIÓN: procedimiento que se utiliza cuando se establecen semejanzas entre dos objetos diferentes utilizando los siguientes términos: como, cual, parece, etc.
Ejemplo: Tus ojos son como dos gotas de agua cristalina.
OXYMORON: procedimiento que se funda en la conjunción de opuestos.
Ejemplo: santa bestia / luz oscura.
IRONÍA: consiste en una burla disimulada mediante la cual se expresa, muchas veces, lo contrario de lo que se está diciendo. El enunciador no deja duda sobre el verdadero sentido de lo que quiere decir. En este tipo de procedimientos hay dos significados:
Uno literal: que es el enunciado mismo.
Uno simbólico: que expresa lo contrario de lo que está diciendo.
Ejemplo: Luego de ver el boletín, la madre le dice a su hijo: ¡Qué bonito! ¡Cuántos desaprobados!
METÁFORA: significa traslación. Se trata de palabras o expresiones que son utilizadas para decir algo que usualmente no dicen. Es una operación del lenguaje que nos permite poner en relación dos ámbitos que antes permanecían desvinculados, es decir, permite comenzar a nombrar la realidad desde otro ángulo, desde otro punto de vista.
Ejemplo: “Resaca humana” para referirse a la inmigración de principios de siglo XX.

Trabajo Práctico

BUSCAR EL “ME GUSTA” PARA NO SENTIRSE EXCLUIDO
Por Eduardo Chaktoura

El hábito de mostrar solo lo mejor de nuestras vidas también ocurre en la vida real. Sucede que Facebook es una pantalla abierta las 24 horas y en forma simultánea existe la posibilidad de observar a muchas personas al mismo tiempo. En este sentido, puede transformarse en una cerradura, una ventana o un puente: eso depende de cómo se lo utilice.
El ser humano tiene un gran miedo por la exclusión y la soledad, y hoy los “me gusta” funcionan como un voto de aprobación: cuanto más “me gusta” tengo, más me quieren y menos excluido me siento.  Esa pastillita virtual dosifica hoy nuestra autoestima y, aunque no se puede generalizar, resulta que hay una búsqueda de “me gusta” para acumular satisfacción. Pero si alguien cree que la felicidad pasa por un “me gusta”, está relacionándose sólo con lo efímero, con aquello que no dura más que un momento.
En muchos casos funciona con ciertos rasgos de comparación de vida con los contactos que uno tiene y como estadística o referencia para nuestra propia existencia. Cuando vemos que alguno de nuestros contactos cambió de auto o se fue de vacaciones puede servir de referencia para nosotros. Entonces en el fondo volvemos al tema del consumo: “Soy lo que tengo y si acumulo “me gusta”  “soy una persona querida”.
Siempre los usuarios están recortando una parte de la película de sus vidas que en las otras personas, al mirar lo que publican, puede generar eso de “él pudo, yo no pude”. Alguien se saca una foto para subir a Facebook, pero esa foto solo es una foto de un momento. Editamos nuestra vida para mostrar lo que se quiere mostrar.
Esa edición de lo que se muestra en Facebook siempre intenta ocultar lo peor y resaltar lo mejor que nos pasa: una analogía posible sería la propaganda política. En este sentido, es parecido a la propaganda porque opera sobre el hecho de mostrar una parte que puede encandilar a los otros. En Facebook, las intenciones de “propaganda” son muchas: provocar el inconfesable deseo de ser admirado o envidiado, y hasta en muchos casos generar la bronca del otro.
De a poco, las relaciones se van despersonalizando y sólo vemos a los otros en partes. Editamos todo el tiempo para mostrar la película que queremos: mostrar felicidad a los amigos. En Facebook, te exponés o espiás, e incluso podés tener una vida pasiva o activa. Pero nunca es posible mantenerse indemne a la observación delos otros. (…)
Por eso digo que es una herramienta maravillosa, pero que, a veces, hay que parar la pelota y reflexionar sobre cómo nos afecta.

Eduardo Chaktoura
9        de septiembre de 2014 (C.A.B.A)


GUÍA DE LECTUA Y ANÁLISIS
1.      Lee atentamente el texto y luego determina cuál es el antónimo de excluir. Justifica.
2.      Enumera los párrafos y colócales un título a cada uno
3.      Subraya las ideas principales y elabora un resumen del texto.
4.      ¿Cómo relacionas el consumo con el tema del texto?
5.      ¿Cómo relacionas el consumo con la propaganda?
6.      ¿Qué ideas o hábitos se promueven en ciertos hábitos sugeridos por la red social?
7.      ¿Hasta qué punto nos ofrecemos como productos en nuestras relaciones con los demás.
8.      Explica las metáforas del texto
9.      ¿Qué intenta decir el autor cuando compara la vida política  con la vida de la sociedad?
10.  ¿Qué ideas opone el nexo adversativo “pero” en el cuarto párrafo?
11.  ¿Cuál es el cuidado que se debería tener con el uso de las redes?
A continuación vamos a leer el discurso que circula por Internet atribuido al cacique mexicano Guaicaipuro Cuatemoc ante la reunión de Jefes de Estados de la Comuniad Europea, el 8 de febrero de 2002.

DISCURSO DEL CACIQUE GUAICAIPURO CUATEMOC

Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatemoc, he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace sólo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo.
También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre  firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron  a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a otros como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos.
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de  Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata sino la indemnización por daños y prejuicios.
Yo, Guaicaipuro Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis. Tan fabulosa exportación de capitales no fue más que el inicio de un plan “Marshall Tesuma” para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos:
¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo  Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente, hemos demorado todos estos siglos en cobrar. Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del tercer mundo. Nos limitares a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia. Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata.
¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?
Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos de capitalismo. Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.
Pero sí exigimos la firma de una carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que le permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica.


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GUÍA DE LECTURA Y ANÁLISIS
1.      ¿Cuál es la causa de la polémica? ¿El supuesto cacique la plantea de manera cordial o agresiva?
2.      ¿Qué tesis sostiene? ¿A qué reclamos del adversario se opone?
3.      ¿Con qué argumentos apoya esa tesis?
4.      Identificar las estrategias argumentativas utilizadas en el texto.
5.      ¿Cuál es la conclusión?
6.      ¿Cómo definiría el tono predominante en el discurso?
                                                                              UN FALSO PROBLEMA
Por Enrique Lacolla. Periodista


De un tiempo a esta parte, el aniversario del descubrimiento de América se ha convertido en motivo de escándalo.
Historiadores de nuevo cuño y periodistas rivalizan en demostrar al 12 de octubre, calificándolo como el comienzo de “las invasiones españolas” o usándolo como trampolín argumental para culpar a nuestros orígenes ibéricos de una presunta inclinación violenta en nuestro carácter. Con todo este retumbo y escándalo, presumen que dan un mentís a la historia oficial.
Parecen no darse cuenta, sin embargo, de que al proceder así están generando un falso problema, que distorsiona los orígenes de nuestra verdadera autoctonía y resulta funcional a los intereses que desde mucho tiempo atrás se esfuerzan por borrar entre nosotros la conciencia de nuestra realidad y conspiran para separarnos de ella.

MESTIZACIÓN
Es cierto que la conquista española estuvo marcada por la brutalidad, la matanza y la esclavización de las poblaciones indígenas. En eso no se distinguió de muchos hechos de esa laya que la precedieron o sucedieron en la historia del mundo.
Pero también estuvo en la base de un fenómeno original: la mestización que se convertiría en el toque distintivo de la cultura iberoamericana. La fusión intensiva de españoles, criollos, indios y negros que se extendió desde California hasta el estrecho de Magallanes, contrastó con la estricta separación racial y la indiferencia respecto del elemento indígena que distinguió a la colonización anglosajona de América del Norte. (…) Ésta consistió el exterminio de los aborígenes sin que se suscitara una protesta equivalente a la del padre Bartolomé de las Casas y sus seguidores en la España del siglo XVl. (…)

LA TRAMPA DIVISIONISTA
En la América de hoy, la persistencia de la leyenda negra de la conquista española (tan falsa como la leyenda dorada) y la eclosión de un indigenismo potenciado de manera interesada más allá de sus límites valederos, fungen como una pistola apuntando al corazón de nuestra esperanza unitaria.
La conquista y su secuela colonizadora nos dieron el castellano (o el portugués) como amalgama. Ese instrumento común viene a ser negado por la exaltación, más allá de todo límite sensato, delas “peculiaridades culturales” de las etnias sometidas. La situación actual de éstas –a la que se dice pretender combatir – es   parte de un problema social, mucho más que cultural.
El modelo económico dependiente que ha gravado nuestra historia desde las luchas por la emancipación, es el responsable real de esta situación. Otorgar a las reivindicaciones aborígenes un carácter peculiar, privilegiando su derecho a ser diferentes por encima de su derecho a ser iguales –esto es, a hablar en español y a participar del accionar de la comunidad política como protagonistas sociales y no étnicos –, es hacerle el juego al enemigo.
En la compleja trama de la política imperialista, difuminar el contorno de los problemas y hacer central a lo accesorio, es un recurso conocido. Una y otra vez, los latinoamericanos hemos sido arrastrados a falsas dicotomías que nos apartan de nuestro ser concreto.
El remedo simiesco y casi reflejo de las ideas del mundo dominante suele ser típico de quienes son  incapaces de comprender su propia realidad  y usarla como filtro para apropiarse de lo que viene de afuera. En esta mecánica, el rechazo al pasado español equivale a negarnos como seres situados en la historia.

La Voz del interior, 17 de octubre de 2004.
GUÍA DE LECTURA Y ANÁLISIS
1.      ¿Qué tipo de texto? Noticia – crónica – artículo de opinión – editorial. Fundamenten.
2.      ¿Qué función  del lenguaje  predomina? Informativa – expresiva – apelativa. Fundamenten.
3.      ¿Qué trama presenta? Narrativa – descriptiva – argumentativa.  Fundamenten.
4.      Identifiquen la organización del texto: Introducción o punto de partida – Tesis – Demostración – Conclusión.
5.      Señalen ejemplos de los siguientes procedimientos argumentativos: concesión, refutación, analogía. Identifiquen los conectores.
6.      ¿Con qué argumentos defiende a la conquista española?
7.      ¿Por qué afirma el autor que la situación actual de los aborígenes es un problema social más que cultural?
8.      Según Lacolla, ¿cómo se podría lograr que los aborígenes ejercieran su derecho a ser iguales? Qué propuestas harían ustedes?
9.      ¿Cuál es el verdadero problema según el periodista?
10.  El autor señala la falta de conciencia crítica para analizar los hechos. ¿En qué se basa?









LITERATURA DEL ROMANTICISMO

Entre 1820 y 1830, tras las guerras de la independencia, rotas las estructuras coloniales y con la Argentina en un proceso anárquico, tratando de organizar el país, unitarios y federales luchan por el poder. Mientras unos quieren un poder centralizado y hegemónico, los otros pretenden asegurar las autonomías provinciales y con esto la gobernabilidad y el crecimiento de sus economías.
Ambos, desde distintas posiciones, buscan crear las condiciones para la unidad nacional, sin poder lograrlo. En este conflicto marco se impone en Buenos Aires Juan Manuel de Rosas a quien una “Junta de Representantes” confiere en 1829 “facultades extraordinarias”. El objetivo es pacificar. En los hechos, sus atribuciones van más allá de su provincia y tienen alcance nacional.
Con este marco de Fondo, en el plano cultural, se desarrollará una literatura de hondo contenido nacional que, a partir de la revalorización de los ideales de Mayo y el proceso de la independencia, se enfrentará al poder ejercido dictatorialmente. Es la literatura del ROMANTICISMO.
·         Para conocer el contexto histórico, completen el siguiente esquema secuencial con la información más relevante sobre el período rosista.
 











Ø  Divídanse en grupos y amplíen la información sobre los hechos ocurridos en las fechas citadas en el esquema anterior.




¿QUÉ FUE EL ROMANTICISMO?


Inestabilidad social, guerras civiles, ideas irreconciliables acerca de cómo organizar el país… En Argentina y en toda Hispanoamérica se produjeron hacia la misma época, grandes tensiones sociales en busca de un orden más justo que garantizara la construcción de las nacionalidades. La anarquía primero y tras ella la irrupción de los caudillos fueron el resultado de la ruptura de las estructuras coloniales después de las guerras de la independencia. Había un clima de efervescencia y búsqueda de un nuevo orden. En este marco histórico y, principalmente, en el período que transcurre entre 1830 y 1860, se desarrolló el Romanticismo en América, aunque sus postulados siguieron vigentes durante algunas décadas más en la literatura gauchesca.
El romanticismo fue un intenso movimiento cultural que abarcó las artes plásticas, la literatura, la música, la política. Su cosmovisión fue sentimental, es decir, tenía como centro el sentimiento y la emoción por sobre la razón. Se originó en Alemania a finales del siglo XVlll, se expandió por el resto de Euroa y extendió su influencia a América.
Tanto en Argentina como en el resto de Hispanoamérica, este movimiento se adhirió intensamente a una de las corrientes del Romanticismo europeo: la social. La otra corriente, la del Romanticismo sentimental, se manifestó entre 1860 y q890, cuando el país ya se había organizado políticamente. Dos novelas ejemplifican cada una de ellas: Amalia,  de José Mármol y María  de Jorge Isaac, respectivamente. Pero en sus comienzos, la realidad americana no permitió a los románticos abandonarse a la contemplación egocéntrica; por el contrario, les exigió dar una respuesta a las necesidades colectivas.
En lo literario, los románticos buscaron la originalidad a través de una literatura nacional con rasgos propios, diferentes de los europeos. Por eso, la naturaleza se vuelve protagonista.
Además de los temas, intentaron renovar el lenguaje. Plantearon la necesidad de una lengua nacional, liberada de las convenciones de la Real Academia Española y más ligada a las expresiones regionales y coloquiales. Dijo Sarmiento:


“El idioma de América deberá ser suyo propio, con su modo de ser característico y sus formas e imágenes tomadas de las virginales, sublimes y gigantescas que su naturaleza, sus revoluciones y su historia indígena le presentan.”

CARACTERÍSTICAS DEL ROMANTICISMO HISPANOAMERICANO


El individualismo: el romántico europeo exaltaba su yo y buscaba la originalidad dentro de sí mismo, en sus sentimientos. En el romanticismo hispanoamericano la exaltación del “yo” se dio en forma conjunta con la exaltación de la patria, de la nación. Para consolidar su yo, el romántico se involucró en la construcción de una conciencia nacional y trató de crear las condiciones para que ella se manifestara. En la afirmación de lo individual, buscó lo original y lo particular que lo distinguiera como país. Por eso exaltó la grandiosidad  del paisaje americano, su particular geografía y, a través de la lucha política, participó de un futuro por hacer.
Amo a mi patria. La justicia adoro
Amo la libertad hasta el delirio;
Tengo en el porvenir mis sueños de oro.
                                  José Mármol, Cantos del peregrino
El sentimentalismo: el romántico europeo exaltaba los sentimientos oponiéndolos a los valores burgueses (dinero, vida cómoda, seguridad) y se evadía proyectando sus estados de ánimo en la naturaleza. La situación histórica en Hispanoamérica obligó al romántico a una respuesta desde el sentimiento hecho acción. Se actuaba con pasión, con heroísmo, con coraje y lo sentimental acompañó a la afirmación de ideales de libertad, progreso y democracia.
El historicismo: los iluministas sostenían que el progreso era producto de la razón. Esta era la encargada de dirigir el proceso de la historia para conducir a la humanidad al bienestar, superando los factores irracionales. En el plano político, esto se lograría aplicando un modelo racional de validez universal.
Los románticos, en cambio, afirmaban que el progreso era inmanente a la historia.


Según el pensamiento romántico, la razón no es un factor externo, pertenece al proceso histórico. La historia es una evolución de la humanidad hacia el progreso y la libertad, por eso, los momentos irracionales (anarquía, caudillismo) operan como estímulos. Son resortes que sirven de impulso en el camino hacia el progreso, si se medita en las causas de los que los generaron para evitar caer en los mismos errores. Por ello hay que conocer la realidad presente, sus contradicciones, su proceso para poder realizar cambios que posibiliten la organización y la conducción de un país hacia el progreso, la civilización y la libertad.
LOS TEMAS ROMÁNTICOS

La patria: los escritores sienten que su destino individual está ligado al destino de la patria. En américa libertad individual significa “independencia” y “libertad de expresión” en el plano de lo público. Esto lleva a luchar contra las tiranías y a atender todos aquellos aspectos de la realidad física, histórica y sociopolítica que contribuyan a la formación de una conciencia nacional. En muchos textos surge el dolor por la patria desde el exilio.
El amor: también en América se lo sublima, se lo idealiza. En el Romanticismo sentimental se presenta un amor idealizado, ennoblecido. En el Romanticismo social éste queda siempre condicionado a las exigencias de la realidad histórica, expuesto a los riesgos del momento político. Su posibilidad de realización depende, más que de las libertades individuales, del clima social en el que se genera.
El amor romántico termina casi siempre en muerte o en pérdida. Es un amor irrealizable. La mujer adquiere suma importancia porque es la generadora de la pasión. Se la presenta como mujer ángel o como mujer demonio según ennoblezca al hombre o lo condene a la destrucción.
La naturaleza: en el paisaje americano y en su gente el romántico encuentra rasgos de lo propio, de lo diferente. Como la naturaleza en Hispanoamérica asombra por su generosidad y su tamaño, el romántico la identifica con lo exótico.
El desierto, la pampa, la selva, los grandes bosques, la magnitud de las montañas permiten explorar el color local y su paisaje humano. Así se presentan las características del hombre americano (el gaucho y el indio), sus costumbres, su folclore, las expresiones regionales de su lengua.
La vivencia de la naturaleza y su observación es parte de la afirmación de la conciencia de lo nacional. Por eso, aparece el paisaje alarde, es decir, una exaltación de la naturaleza americana como única, original y grandiosa. En este espacio romántico proyecta sus estados de ánimo, es decir, siente que lo acompaña en sus alegrías y en sus tristezas. También la naturaleza aparece como una manifestación de lo divino. A través de ella se puede conectar con lo trascendente y lo misterioso.


Para concluir poder decir que en la literatura del romanticismo podemos encontrar también las siguientes características: la mujer ángel, exaltación del amor,  lo irracional, la intuición como método para el conocimiento, enfrentamiento entre lo ideal y la realidad, originalidad en la búsqueda de una literatura nacional, exotismo, historicismo, paisaje alarde, el paisaje como proyección del estado de ánimo del poeta o de los personajes, la patria y la denuncia política, la naturaleza como expresión de la divinidad.

El Matadero
Esteban Echeverría
Descripción: http://department.monm.edu/span326/rosas/Images/steve.jpgA pesar de que la mía es historia, no la empezaré por el arca de Noé y la genealogía de sus ascendientes como acostumbraban hacerlo los antiguos historiadores españoles de América que deben ser nuestros prototipos. Temo muchas razones para no seguir ese ejemplo, las que callo por no ser difuso. Diré solamente que los sucesos de mi narración, pasaban por los años de Cristo de 183... Estábamos, a más, en cuaresma, época en que escasea la carne en Buenos Aires, porque la iglesia adoptando el precepto de Epitecto, sustine abstine (sufre, abstente) ordena vigilia y abstinencia a los estómagos de los fieles, a causa de que la carne es pecaminosa, y, como dice el proverbio, busca a la carne. Y como la iglesia tiene ab initio y por delegación directa de Dios el imperio inmaterial sobre las conciencias y estómagos, que en manera alguna pertenecen al individuo, nada más justo y racional que vede lo malo.
Los abastecedores, por otra parte, buenos federales, y por lo mismo buenos católicos, sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular para someterse a toda especie de mandamiento, solo traen en días cuaresmales al matadero, los novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos dispensados de la abstinencia por la Bula..., y no con el ánimo de que se harten algunos herejotes, que no faltan, dispuestos siempre a violar los mandamientos carnificinos de la iglesia, y a contaminar la sociedad con el mal ejemplo.
Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los caminos se anegaron; los pantanos se pusieron a  nado y las calles de entrada y salida a la ciudad rebosaban en acuoso barro. Una tremenda avenida se precipitó de repente por el Riachuelo de Barracas, y extendió majestuosamente sus turbias aguas hasta el pie de las barrancas del alto. El Plata creciendo embravecido empujó esas aguas que venían buscando su cauce y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes, arboledas, caseríos, y extenderse como un lago inmenso por todas las bajas tierras. La ciudad circunvalada del Norte al Este por una cintura de agua y barro, y al Sud por un piélago blanquecino en cuya superficie flotaban a la ventura algunos barquichuelos y negreaban las chimeneas y las copas de los árboles, echaba desde sus torres y barrancas atónitas miradas al horizonte como implorando misericordia al Altísimo. Parecía el amago de un nuevo diluvio. Los beatos y beatas gimoteaban haciendo novenarios y continuas plegarias. Los predicadores atronaban el templo y hacían crujir el púlpito a puñetazos. Es el día del juicio, decían, el fin del mundo está por venir. La cólera divina rebosando se derrama en inundación. ¡Ay de vosotros pecadores! ¡Ay de vosotros unitarios impíos que os mofáis de la iglesia, de los santos, y no escucháis con veneración la palabra de los ungidos del Señor! ¡Ay de vosotros si no imploráis misericordia al pie de los altares! Llegará la hora tremenda del vano crujir de dientes y de las frenéticas imprecaciones. Vuestra impiedad, vuestras herejías, vuestras blasfemias, vuestros crímenes horrendos, han traído sobre nuestra tierra las plagas del Señor. La justicia y el Dios de la Federación os declarará malditos.
Las pobres mujeres salían sin aliento, anonadadas del templo, echando, como era natural, la culpa de aquella calamidad a los unitarios.
Continuaba, sin embargo, lloviendo a cántaros, y la inundación crecía acreditando el pronóstico de los predicadores. Las campanas comenzaron a tocar rogativas por orden del muy católico Restaurador, quien parece no las tenía todas consigo. Los libertinos, los incrédulos, es decir, los unitarios, empezaron a amedrentarse al ver tanta cara compungida, oír tanta batahola de imprecaciones. Se hablaba ya como de cosa resuelta de una procesión en que debía ir toda la población descalza y a cráneo descubierto, acompañando al Altísimo, llevado bajo palio por el Obispo, hasta la barranca de Balcarce, donde millares de voces conjurando al demonio unitario de la inundación, debían implorar la misericordia divina.
Feliz, o mejor, desgraciadamente, pues la cosa habría sido de verse, no tuvo efecto la ceremonia, porque bajando el Plata, la inundación se fue poco a poco escurriendo en su inmenso lecho sin necesidad de conjuro ni plegarias.
Lo que hace principalmente a mi historia es que por causa de la inundación estuvo quince días el matadero de la Convalecencia sin ver una sola cabeza vacuna, y que en uno o dos, todos los bueyes de quinteros y aguateros se consumieron en el abasto de la ciudad. Los pobres niños y enfermos se alimentaban con huevos y gallinas, y los gringos y herejotes bramaban por el beef-steak y el asado. La abstinencia de carne era general en el pueblo, que nunca se hizo más digno de la bendición de la iglesia, y así fue que llovieron sobre él millones y millones de indulgencias plenarias. Las gallinas se pusieron a 6 $ y los huevos a 4 reales y el pescado carísimo. No hubo en aquellos días cuaresmales promiscuaciones ni excesos de gula; pero en cambio se fueron derechito   —566→   al cielo innumerables ánimas y acontecieron cosas que parecen soñadas.
No quedó en el matadero ni un solo ratón vivo de muchos millares que allí tenían albergue. Todos murieron de hambre o ahogados en sus cuevas por la incesante lluvia. Multitud de negras rebusconas de achuras, como los caranchos de presa, se desbandaron por la ciudad como otras tantas harpías prontas a devorar cuanto hallaran comible. Las gaviotas y los perros inseparables rivales suyos en el matadero, emigraron en busca de alimento animal. Porción de viejos achacosos cayeron en consunción por falta de nutritivo caldo; pero lo más notable que sucedió fue el fallecimiento casi repentino de unos cuantos gringos herejes que cometieron el desacato de darse un hartazgo de chorizos de Extremadura, jamón y bacalao y se fueron al otro mundo a pagar el pecado cometido por tan abominable promiscuación.
Algunos médicos opinaron que si la carencia de careo continuaba, medio pueblo caería en síncope por estar los estómagos acostumbrados a su corroborante jugo; y era de notar el contraste entre estos tristes pronósticos de la ciencia y los anatemas lanzados desde el púlpito por los reverendos padres contra toda clase de nutrición animal y de promiscuación en aquellos días destinados por la iglesia al ayuno y la penitencia. Se originó de aquí una especie de guerra intestina entre los estómagos y las conciencias, atizada por el inexorable apetito y las no menos inexorables vociferaciones de los ministros de la iglesia, quienes, como es su deber, no transigen con vicio alguno que tienda a relajar las costumbres católicas: a lo que se agregaba el estado de flatulencia   intestinal de los habitantes, producido por el pescado y los porotos y otros alimentos algo indigestos.
Esta guerra se manifestaba por sollozos y gritos descompasados en la peroración de los sermones y por rumores y estruendos subitáneos en las casas y calles de la ciudad o donde quiera concurrían gentes. Alarmose un tanto el gobierno, tan paternal como previsor, del Restaurador creyendo aquellos tumultos de origen revolucionario y atribuyéndolos a los mismos salvajes unitarios, cuyas impiedades, según los predicadores federales, habían traído sobre el país la inundación de la cólera divina; tomó activas providencias, desparramó sus esbirros por la población y por último, bien informado, promulgó un decreto tranquilizador de las conciencias y de los estómagos, encabezado por un considerando muy sabio y piadoso para que a todo trance y arremetiendo por agua y todo se trajese ganado a los corrales.
En efecto, el decimosexto día de la carestía víspera del día de Dolores, entró a nado por el paso de Burgos al matadero del Alto una tropa de cincuenta novillos gordos; cosa poca por cierto para una población acostumbrada a consumir diariamente de 250 a 300, y cuya tercera parte al menos gozaría del fuero eclesiástico de alimentarse con carne. ¡Cosa extraña que haya estómagos privilegiados y estómagos sujetos a leyes inviolables y que la iglesia tenga la llave de los estómagos!
Pero no es extraño, supuesto que el diablo con la carne suele meterse en el cuerpo y que la iglesia tiene el poder de conjurarlo: el caso es reducir al hombre a una máquina cuyo móvil principal no sea su voluntad sino la de la iglesia y el gobierno. Quizá llegue el día en que sea prohibido respirar  aire libre, pasearse y hasta conversar con un amigo, sin permiso de autoridad competente. Así era, poco más o menos, en los felices tiempos de nuestros beatos abuelos que por desgracia vino a turbar la revolución de Mayo.
Sea como fuera; a la noticia de la providencia gubernativa, los corrales del Alto se llenaron, a pesar del barro, de carniceros, achuradores y curiosos, quienes recibieron con grandes vociferaciones y palmoteos los cincuenta novillos destinados al matadero.
-Chica, pero gorda, exclamaban.- ¡Viva la Federación! ¡Viva el Restaurador! Porque han de saber los lectores que en aquel tiempo la Federación estaba en todas partes, hasta entre las inmundicias del matadero y no había fiesta sin Restaurador como no hay sermón sin Agustín. Cuentan que al oír tan desaforados gritos las últimas ratas que agonizaban de hambre en sus cuevas, se reanimaron y echaron a correr desatentadas conociendo que volvían a aquellos lugares la acostumbrada alegría y la algazara precursora de abundancia.
El primer novillo que se mató fue todo entero de regalo al Restaurador, hombre muy amigo del asado. Una comisión de carniceros marchó a ofrecérselo a nombre de los federales del matadero, manifestándole in voce su agradecimiento por la acertada providencia del gobierno, su adhesión ilimitada al Restaurador y su odio entrañable a los salvajes unitarios, enemigos de Dios y de los hombres. El Restaurador contestó a la arenga rinforzando sobre el mismo tema y concluyó la ceremonia con los correspondientes vivas y vociferaciones de los espectadores y actores. Es de creer que el Restaurador tuviese permiso especial de su ilustrísima  para no abstenerse de carne, porque siendo tan buen observador de las leyes, tan buen católico y tan acérrimo protector de la religión, no hubiera dado mal ejemplo aceptando semejante regalo en día santo.
Siguió la matanza y en un cuarto de hora cuarenta y nueve novillos se hallan tendidos en la playa del matadero, desollados unos, los otros por desollar. E1 espectáculo que ofrecía entonces era animado y pintoresco aunque reunía todo lo horriblemente feo, inmundo y deforme de una pequeña clase proletaria peculiar del Río de la Plata. Pero para que el lector pueda percibirlo a un golpe de ojo preciso es hacer un croquis de la localidad.
El matadero de la Convalecencia o del Alto, sito en las quintas al Sud de la ciudad, es una gran playa en forma rectangular colocada al extremo de dos calles, una de las cuales allí se termina y la otra se prolonga hacia el Este. Esta playa con declive al Sud, está cortada por un zanjón labrado por la corriente de las aguas pluviales, en cuyos bordes laterales se muestran innumerables cuevas de ratones y cuyo cauce, recoge en tiempo de lluvia, toda la sangraza seca o reciente del matadero. En la junción del ángulo recto hacia el Oeste está lo que llaman la casilla, edificio bajo, de tres piezas de media agua con corredor al frente que da a la calle y palenque para atar caballos, a cuya espalda se notan varios corrales de palo a pique de ñandubay con sus fornidas puertas para encerrar el ganado.
Estos corrales son en tiempo de invierno un verdadero lodazal en el cual los animales apeñuscados se hunden hasta el encuentro y quedan como pegados y casi sin movimiento. En la casilla se hace la recaudación del impuesto de corrales,   se cobran las multas por violación de reglamentos y se sienta el juez del matadero, personaje importante, caudillo de los carniceros y que ejerce la suma del poder en aquella pequeña república por delegación del Restaurador. -Fáciles calcular qué clase de hombre se requiere para el desempeño de semejante cargo. La casilla por otra parte, es un edificio tan ruin y pequeño que nadie lo notaría en los corrales a no estar asociado su nombre al del terrible juez y a no resaltar sobre su blanca cintura los siguientes letreros rojos: «Viva la Federación», «Viva el Restaurador y la heroína doña Encarnación Ezcurra», «Mueran los salvajes unitarios». Letreros muy significativos, símbolo de la fe política y religiosa de la gente del matadero. Pero algunos lectores no sabrán que la tal heroína es la difunta esposa del Restaurador, patrona muy querida de los carniceros, quienes, ya muerta, la veneraban como viva por sus virtudes cristianas y su federal heroísmo en la revolución contra Balcarce. Es el caso que en un aniversario de aquella memorable hazaña de la mazorca los carniceros festejaron con un espléndido banquete en la casilla a la heroína, banquete a que concurrió con su hija y otras señoras federales, y que allí en presencia de un gran concurso ofreció a los señores carniceros en un solemne brindis su federal patrocinio, por cuyo motivo ellos la proclamaron entusiasmados patrona del matadero, estampando su nombre en las paredes de la casilla donde se estará hasta que lo borre la mano del tiempo.
La perspectiva del matadero a la distancia era grotesca, llena de animación. Cuarenta y nueve reses estaban tendidas sobre sus cueros y cerca de doscientas personas hollaban aquel suelo de lodo regado con la sangre de sus arterias.   En torno de cada res resaltaba un grupo de figuras humanas de tez y raza distintas. La figura más prominente de cada grupo era el carnicero con el cuchillo en mano, brazo y pechos desnudos, cabello largo y revuelto, camisa y chiripá y rostro embadurnado de sangre. A sus espaldas se rebullían caracoleando y siguiendo los movimientos una comparsa de muchachos, de negras y mulatas achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las harpías de la fábula, y entremezclados con ella algunos enormes mastines, olfateaban, gruñían o se daban de tarascones por la presa. Cuarenta y tantas carretas toldadas con negruzco y pelado cuero se escalonaban irregularmente a lo largo de la playa y algunos jinetes con el poncho calado y el lazo prendido al tiento, cruzaban por entre ellas al tranco o reclinados sobre el pescuezo de los caballos echaban ojo indolente sobre uno de aquellos animados grupos, al paso que más arriba, en el aire, un enjambre de gaviotas blanquiazules que habían vuelto de la emigración al olor de carne, revoloteaban cubriendo con su disonante graznido todos los ruidos y voces del matadero y proyectando una sombra clara sobre aquel campo de horrible carnicería. Esto se notaba al principio de la matanza.
Pero a medida que adelantaba, la perspectiva variaba; los grupos se deshacían, venían a formarse tomando diversas aptitudes y se desparramaban corriendo como si en medio de ellos cayese alguna bala perdida o asomase la quijada de algún encolerizado mastín. Esto era, que inter el carnicero en un grupo descuartizaba a golpe de hacha, colgaba en otro los cuartos en los ganchos a su carreta, despellejaba en éste, sacaba el sebo en aquél, de entre la chusma que  ojeaba y aguardaba la presa de achura salía de cuando en cuando una mugrienta mano a dar un tarascón con el cuchillo al sebo o a los cuartos de la res, lo que originaba gritos y explosión de cólera del carnicero y el continuo hervidero de los grupos, -dichos y gritería descompasada de los muchachos.
-Ahí se mete el sebo en las tetas, la tía -gritaba uno.
-Aquel lo escondió en el alzapón -replicaba la negra.
-¡Che!, negra bruja, salí de aquí antes que te pegue un tajo -exclamaba el carnicero.
-¿Qué le hago ño, Juan?, ¡no sea malo! Yo no quiero sino la panza y las tripas.
-Son para esa bruja; a la m...
-¡A la bruja! ¡a la bruja! -repitieron los muchachos- ¡se lleva la riñonada y el tongorí! -y cayeron sobre su cabeza sendos cuajos de sangre y tremendas pelotas de barro.
Hacia otra parte, entre tanto, dos africanas llevaban arrastrando las entrañas de un animal; allá una mulata se alejaba con un ovillo de tripas y resbalando de repente sobre un charco de sangre, caía a plomo, cubriendo con su cuerpo la codiciada presa. Acullá se veían acurrucadas en hilera 400 negras destejiendo sobre las faldas el ovillo y arrancando uno a uno los sebitos que el avaro cuchillo del carnicero había dejado en la tripa como rezagados, al paso que otras vaciaban panzas y vejigas y las henchían de aire de sus pulmones para depositar en ellas, luego de secas, la achura.
Varios muchachos gambeteando a pie y a caballo se daban de vejigazos o se tiraban bolas de carne, desparramando con ellas y su algazara la nube de gaviotas que columpiándose  en el aire celebraba chillando la matanza. Oíanse a menudo a pesar del veto del Restaurador y de la santidad del día, palabras inmundas y obscenas, vociferaciones preñadas de todo el cinismo bestial que caracteriza a la chusma de nuestros mataderos, con las cuales no quiero regalar a los lectores.
De repente caía un bofe sangriento sobre la cabeza de alguno, que de allí pasaba a la de otro, hasta que algún deforme mastín lo hacía buena presa, y una cuadrilla de otros, por si estrujo o no estrujo, armaba una tremenda de gruñidos y mordiscones. Alguna tía vieja salía furiosa en persecución de un muchacho que le había embadurnado el rostro con sangre, y acudiendo a sus gritos y puteadas los compañeros del rapaz, la rodeaban y azuzaban como los perros al toro y llovían sobre ella zoquetes de carne, bolas de estiércol, con groseras carcajadas y gritos frecuentes, hasta que el juez mandaba restablecer el orden y despejar el campo.
Por un lado dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo tirándose horrendos tajos y reveses; por otro cuatro ya adolescentes ventilaban a cuchilladas el derecho a una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero; y no de ellos distante, porción de perros flacos ya de la forzosa abstinencia, empleaban el mismo medio para saber quién se llevaría un hígado envuelto en barro. Simulacro en pequeño era este del modo bárbaro con que se ventilan en nuestro país las cuestiones y los derechos individuales y sociales. En fin, la escena que se representaba en el matadero era para vista no para escrita.
Un animal había quedado en los corrales de corta y  ancha cerviz, de mirar fiero, sobre cuyos órganos genitales no estaban conformes los pareceres porque tenía apariencias de toro y de novillo. Llególe su hora. Dos enlazadores a caballo penetraron al corral en cuyo contorno hervía la chusma a pie, a caballo y horqueteaba sobre sus ñudosos palos. Formaban en la puerta el más grotesco y sobresaliente grupo varios pialadores y enlazadores de a pie con el brazo desnudo y armados del certero lazo, la cabeza cubierta con un pañuelo punzó y chaleco y chiripá colorado, teniendo a sus espaldas varios jinetes y espectadores de ojo escrutador y anhelante.
El animal prendido ya al lazo por las astas, bramaba echando espuma furibundo y no había demonio que lo hiciera salir del pegajoso barro donde estaba como clavado y era imposible pialarlo. Gritábanlo, lo azuzaban en vano con las mantas y pañuelos los muchachos prendidos sobre las horquetas del corral, y era de oír la disonante batahola de silbidos, palmadas y voces tiples y roncas que se desprendía de aquella singular orquesta.
Los dicharachos, las exclamaciones chistosas y obscenas rodaban de boca en boca y cada cual hacia alarde espontáneamente de su ingenio y de su agudeza excitado por el espectáculo o picado por el aguijón de alguna lengua locuaz.
-Hi de p... en el toro.
-Al diablo los torunos del Azul.
-Mal haya el tropero que nos da gato por liebre.
-Si es novillo.
-¿No está viendo que es toro viejo?
-Como toro le ha de quedar. ¡Muéstreme los c..., si le parece, c...o! 
-Ahí los tiene entre las piernas. No los ve, amigo, más grandes que la cabeza de su castaño; ¿o se ha quedado ciego en el camino?
-Su madre sería la ciega, pues que tal hijo ha parido. ¿No ve que todo ese bulto es barro?
-Es emperrado y arisco como un unitario. -Y al oír esta mágica palabra todos a una voz exclamaron: ¡mueran los salvajes unitarios!
-Para el tuerto los h...
-Sí, para el tuerto, que es hombre de c... para pelear con los unitarios.
-El matahambre a Matasiete, degollador de unitarios. ¡Viva Matasiete!
-¡A Matasiete el matahambre!
-Allá va, gritó una voz ronca interrumpiendo aquellos desahogos de la cobardía feroz. ¡Allá va el toro!
-¡Alerta! Guarda los de la puerta. Allá va furioso como un demonio!
Y en efecto, el animal acosado por los gritos y sobre todo por dos picanas agudas que le espoleaban la cola, sintiendo flojo el lazo, arremetió bufando a la puerta, lanzando a entrambos lados una rojiza5 y fosfórica mirada. Diole el tirón el enlazador sentando su caballo, desprendió el lazo de la asta, crujió por el aire un áspero zumbido y al mismo tiempo se vio rodar desde lo alto de una horqueta del corral, como si un golpe de lacha la hubiese dividido a cercén una cabeza de niño cuyo tronco permaneció inmóvil sobre su caballo de palo, lanzando por cada arteria un largo chorro de sangre.
-Se cortó el lazo -gritaron unos-: allá va el toro -pero otros deslumbrados y atónitos guardaron silencio porque todo fue como un relámpago.
Desparramóse un tanto el grupo de la puerta. Una parte se agolpó sobre la cabeza y el cadáver palpitante del muchacho degollado por el lazo, manifestando horror en su atónito semblante, y la otra parte compuesta de jinetes que no vieron la catástrofe se escurrió en distintas direcciones en pos del toro, vociferando y gritando: ¡Allá va el toro! ¡Atajen! ¡Guarda! -Enlaza, Siete pelos. -¡Que te agarra, Botija! -Ya furioso; no se le pongan delante. -¡Ataja, ataja morado! -Dele espuela al mancarrón. -Ya se metió en la calle sola. -¡Que lo ataje el diablo!
El tropel y vocería era infernal. Unas cuantas negras achuradoras sentadas en hilera al borde del zanjón oyendo el tumulto se acogieron y agazaparon entre las panzas y tripas que desenredaban y devanaban con la paciencia de Penélope, lo que sin duda las salvó porque el animal lanzó al mirarlos un bufido aterrador, dio un brinco sesgado y siguió adelante perseguido por los jinetes. Cuentan que una de ellas se fue de cámaras; otra rezó diez salves en dos minutos, y dos prometieron a San Benito no volver jamás a aquellos malditos corrales y abandonar el oficio de achuradoras. No se sabe si cumplieron la promesa.
El toro entre tanto tomó hacia la ciudad por una larga y angosta calle que parte de la punta más aguda del rectángulo anteriormente descripto, calle encerrada por una zanja y un cerco de tunas, que llaman soles por no tener más de dos casas laterales y en cuyo aposado centro había un profundo pantano que tomaba de zanja a zanja. Cierto inglés, de vuelta de su saladero vadeaba este pantano a la sazón, paso a paso en un caballo algo arisco, y sin duda iba tan absorto en sus cálculos que no oyó el tropel de jinetes ni la gritería sino cuando el toro arremetía al pantano. Azoróse de repente su caballo dando un brinco al sesgo y echó a correr dejando al pobre hombre hundido media vara en el fango. Este accidente, sin embargo, no detuvo ni refrenó la carrera de los perseguidores del toro, antes al contrario, soltando carcajadas sarcásticas: -Se amoló el gringo; levántate, gringo -exclamaron, y cruzando el pantano amasando con barro bajo las patas de sus caballos, su miserable cuerpo. Salió el gringo, como pudo, después a la orilla, más con la apariencia de un demonio tostado por las llamas del infierno que de un hombre blanco pelirrubio. Más adelante al grito de ¡al toro! ¡al toro! cuatro negras achuradoras que se retiraban con su presa se zambulleron en la zanja llena de agua, único refugio que les quedaba.
El animal, entre tanto, después de haber corrido unas 20 cuadras en distintas direcciones azorando con su presencia a todo viviente se metió por la tranquera de una quinta donde halló su perdición. Aunque cansado, manifestaba bríos y colérico ceño; pero rodeábalo una zanja profunda y un tupido cerco de pitas, y no había escape. Juntáronse luego sus perseguidores que se hallaban desbandados y resolvieron llevarlo en un señuelo de bueyes para que espiase su atentado en el lugar mismo donde lo había cometido.
Una hora después de su fuga el toro estaba otra vez en el Matadero donde la poca chusma que había quedado no hablaba sino de sus fechorías. La aventura del gringo en el pantano excitaba principalmente la risa y el sarcasmo. Del niño degollado por el lazo no quedaba sino un charco de sangre: su cadáver estalla en el cementerio.
Enlazaron muy luego por las astas al animal que brincaba haciendo hincapié y lanzando roncos bramidos. Echáronle, uno, dos, tres piales; pero infructuosos: al cuarto quedó prendido de una pata: su brío y su furia redoblaron; su lengua estirándose convulsiva arrojaba espuma, su nariz humo, sus ojos miradas encendidas.
 -¡Desjarreten ese animal! exclamó una voz imperiosa. Matasiete se tiró al punto del caballo, cortóle el garrón de una cuchillada y gambeteando en torno de él con su enorme daga en mano, se la hundió al cabo hasta el puño en la garganta mostrándola en seguida humeante y roja a los espectadores. Brotó un torrente de la herida, exhaló algunos bramidos roncos, vaciló y cayó el soberbio animal entre los gritos de la chusma que proclamaba a Matasiete vencedor y le adjudicaba en premio el matambre. Matasiete extendió, como orgulloso, por segunda vez el brazo y el cuchillo ensangrentado y se agachó a desollarle con otros compañeros.  Faltaba resolver la duda sobre los órganos genitales del muerto clasificado provisoriamente de toro por su indomable fiereza; pero estaban todos tan fatigados de la larga tarea que la echaron por lo pronto en olvido. Mas de repente una voz ruda exclamó:
- Aquí están los huevos-  sacando de la barriga del animal y mostrando a los espectadores dos enormes testículos, signo inequívoco de su dignidad de toro. La risa y la charla fue grande; todos los incidentes desgraciados pudieron fácilmente explicarse. Un toro en el Matadero era cosa muy rara, y aun vedada. Aquél, según reglas de buena policía debió arrojarse a los perros; pero había tanta escasez de carne y tantos hambrientos en la población, que el señor Juez tuvo a bien hacer ojo lerdo.
En dos por tres estuvo desollado, descuartizado y colgado en la carreta el maldito toro. Matasiete colocó el matambre bajo el pellón de su recado y se preparaba a partir. La matanza estaba concluida a las doce, y la poca chusma que había presenciado hasta el fin, se retiraba en grupos de a pie y de a caballo, o tirando a la cincha algunas carretas cargadas de carne.
Mas de repente la ronca voz de un carnicero gritó: -¡Allí viene un unitario!, y al oír tan significativa palabra toda aquella chusma se detuvo como herida de una impresión subitánea.
-¿No le ven la patilla en forma de U? No trae divisa en el fraque ni luto en el sombrero.
-Perro unitario.
-Es un cajetilla.
-Monta en silla como los gringos.
-La mazorca con él.
-¡La tijera!
-Es preciso sobarlo.
-Trae pistoleras por pintar.
-Todos estos cajetillas unitarios son pintores como el diablo.
-¿A que no te le animas, Matasiete?
-¿A que no?
-A que sí.
Matasiete era hombre de pocas palabras y de mucha acción. Tratándose de violencia, de agilidad, de destreza en el hacha, el cuchillo o el caballo, no hablaba y obraba. Lo habían  picado: prendió la espuela a su caballo y se lanzó a brida suelta al encuentro del unitario.
Era este un joven como de 25 años de gallarda y bien apuesta persona que mientras salían en borbotón de aquellas desaforadas bocas las anteriores exclamaciones trotaba hacia Barracas, muy ajeno de temer peligro alguno. Notando empero, las significativas miradas de aquel grupo de dogos de matadero, echa maquinalmente la diestra sobre las pistoleras de su silla inglesa, cuando una pechada al sesgo del caballo de Matasiete lo arroja de los lomos del suyo tendiéndolo a la distancia boca arriba y sin movimiento alguno.
-¡Viva Matasiete! -exclamó toda aquella chusma cayendo en tropel sobre la víctima como los caranchos rapaces sobre la osamenta de un buey devorado por el tigre.
Atolondrado todavía el joven fue, lanzando una mirada de fuego sobre aquellos hombres feroces, hacia su caballo que permanecía inmóvil no muy distante a buscar en sus pistolas el desagravio y la venganza. Matasiete dando un salto le salió al encuentro y con fornido brazo asiéndolo de la corbata lo tendió en el suelo tirando al mismo tiempo la daga de la cintura y llevándola a su garganta.
Una tremenda carcajada y un nuevo viva estentóreo volvió a vitorearlo.
¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en los federales!, siempre en pandilla cayendo como buitres sobre la víctima inerte.
-Degüéllalo, Matasiete -quiso sacar las pistolas-. Degüéllalo como al Toro.
-Pícaro unitario. Es preciso tusarlo.
-Tiene buen pescuezo para el violín.
-Tócale el violín.
-Mejor es resbalosa.
-Probaremos -dijo Matasiete y empezó sonriendo a pasar el filo de su daga por la garganta del caído, mientras con la rodilla izquierda le comprimía el pecho y con la siniestra mano le sujetaba por los cabellos.
-No, no le degüellen -exclamó de lejos la voz imponente del Juez del Matadero que se acercaba a caballo.
-A la casilla con él, a la casilla. Preparen la mazorca y las tijeras. ¡Mueran los salvajes unitarios! ¡Viva el Restaurador de las leyes!
-Viva Matasiete.
¡Mueran! ¡Vivan!, repitieron en coro los espectadores y atándole codo con codo, entre moquetes y tirones, entre vociferaciones e injurias arrastraron al infeliz joven al banco del tormento como los sayones al Cristo.
La sala de la casilla tenía en su centro una grande y fornida mesa de la cual no salían los vasos de bebida y los naipes sino para dar lugar a las ejecuciones y torturas de los sayones federales del Matadero. Notábase además en un rincón otra mesa chica con recado de escribir y un cuaderno de apuntes y porción de sillas entre las que resaltaba un sillón de brazos destinado para el Juez. Un hombre, soldado en apariencia, sentado en una de ellas cantaba al son de la guitarra la resbalosa, tonada de inmensa popularidad entre los federales, cuando la chusma llegando en tropel al corredor de la casilla lanzó a empellones al joven unitario hacia el centro de la sala.
-A ti te toca la resbalosa -gritó uno.
-Encomienda tu alma al diablo. 
-Está furioso como toro montaraz.
-Ya le amansará el palo.
-Es preciso sobarlo.
-Por ahora verga y tijera.
-Si no, la vela.
-Mejor será la mazorca.
-Silencio y sentarse -exclamó el Juez dejándose caer sobre su sillón. Todos obedecieron, mientras el joven de pie encarando al Juez exclamó con voz preñada de indignación:
-Infames sayones, ¿qué intentan hacer de mí?
-¡Calma! -dijo sonriendo el juez-; no hay que encolerizarse. Ya lo verás.
El joven, en efecto, estaba fuera de sí de cólera. Todo su cuerpo parecía estar en convulsión: su pálido y amoratado rostro, su voz, su labio trémulo, mostraban el movimiento convulsivo de su corazón, la agitación de sus nervios. Sus ojos de fuego parecían salirse de la órbita, su negro y lacio cabello se levantaba erizado8. Su cuello desnudo y la pechera de su camisa dejaban entrever el latido violento de sus arterias y la respiración anhelante de sus pulmones.
-¿Tiemblas? -le dijo el Juez.
-De rabia, porque no puedo sofocarte entre mis brazos.
-¿Tendrías fuerza y valor para eso?
-Tengo de sobra voluntad y coraje para ti, infame.
-A ver las tijeras de tusar mi caballo; túsenlo a la federala.
Dos hombres le asieron, vino de la ligadura del brazo,    otro de la cabeza y en un minuto cortáronle la patilla que poblaba toda su barba por bajo, con risa estrepitosa de sus espectadores.
-A ver -dijo el Juez-, un vaso de agua para que se refresque.
-Uno de hiel te haría yo beber, infame.
Un negro petiso púsosele al punto delante con un vaso de agua en la mano. Diole el joven un puntapié en el brazo y el vaso fue a estrellarse en el techo salpicando al asombrado rostro de los espectadores.
-Éste es incorregible.
-Ya lo domaremos.
-Silencio -dijo el Juez-, ya estás afeitado a la federala, sólo te falta el bigote. Cuidado con olvidarlo. Ahora vamos a cuentas. ¿Por qué no traes divisa?
-Porque no quiero.
-No sabes que lo manda el Restaurador.
-La librea es para vosotros, esclavos, no para los hombres libres.
-A los libres se les hace llevar a la fuerza.
-Sí, la fuerza y la violencia bestial. Ésas son vuestras armas; infames. El lobo, el tigre, la pantera también son fuertes como vosotros. Deberíais andar como ellos en cuatro patas.
-¿No temes que el tigre te despedace?
-Lo prefiero a que maniatado me arranquen como el cuervo, una a una las entrañas.
-¿Por qué no llevas luto en el sombrero por la heroína?
-Porque lo llevo en el corazón por la Patria, por  la Patria que vosotros habéis asesinado, ¡infames!
-No sabes que así lo dispuso el Restaurador.
-Lo dispusisteis vosotros, esclavos, para lisonjear el orgullo de vuestro señor y tributarle vasallaje infame.
-¡Insolente! Te has embravecido mucho. Te haré cortar la lengua si chistas. Abajo los calzones a ese mentecato cajetilla y a nalga pelada denle verga, bien atado sobre la mesa.
Apenas articuló esto el Juez, cuatro sayones salpicados de sangre, suspendieron al joven y lo tendieron largo a largo sobre la mesa comprimiéndole todos sus miembros.
-Primero degollarme que desnudarme; infame canalla.
Atáronle un pañuelo por la boca y empezaron a tironear sus vestidos. Encogíase el joven, pateaba, hacía rechinar los dientes. Tomaban ora sus miembros la flexibilidad del junco, ora la dureza del fierro y su espina dorsal era el eje de un movimiento parecido al de la serpiente. Gotas de sudor fluían por su rostro grande como perlas; echaban fuego sus pupilas11, su boca espuma, y las venas de su cuello y frente negreaban en relieve sobre su blanco cutis como si estuvieran repletas de sangre.
-Átenlo primero -exclamó el Juez.
-Está rugiendo de rabia -articuló un sayón.
En un momento liaron sus piernas en ángulo a los cuatro pies de la mesa volcando su cuerpo boca abajo. Era preciso hacer igual operación con las manos, para lo cual soltaron las ataduras que las comprimían en la espalda. Sintiéndolas libres el joven, por un movimiento brusco en el cual pareció agotarse toda su fuerza y vitalidad, se incorporó primero sobre sus brazos, después sobre sus rodillas y se desplomó al momento murmurando:
-Primero degollarme que desnudarme, infame canalla.
Sus fuerzas se habían agotado; inmediatamente quedó atado en cruz y empezaron la obra de desnudarlo. Entonces un torrente de sangre brotó borbolloneando de la boca y las narices del joven y extendiéndose empezó a caer a chorros por entrambos lados de la mesa. Los sayones quedaron inmobles y los espectadores estupefactos.
-Reventó de rabia el salvaje unitario -dijo uno.
-Tenía un río de sangre en las venas -articuló otro.
-Pobre diablo: queríamos únicamente divertirnos con él y tomó la cosa demasiado a lo serio -exclamó el juez frunciendo el ceño de tigre-. Es preciso dar parte, desátenlo y vamos.
Verificaron la orden; echaron llave a la puerta y en un momento se escurrió la chusma en pos del caballo del Juez cabizbajo y taciturno.
Los federales habían dado fin a una de sus innumerables proezas.
En aquel tiempo los carniceros degolladores del Matadero eran los apóstoles que propagaban a verga y puñal la federación rosina, y no es difícil imaginarse que federación saldría de sus cabezas y cuchillas. Llamaban ellos salvaje unitario, conforme a la jerga inventada por el Restaurador, patrón de la cofradía, a todo el que no era degollador, carnicero, ni salvaje, ni ladrón; a todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo patriota ilustrado amigo de las luces y de la libertad; y por el suceso anterior puede verse a las claras que el foco de la federación estaba en el Matadero.
Aquél come, éste destroza,
más allá alguno degüella
con afilado cuchillo
la yegua al lazo sujeta,
y a la boca de la herida,
por donde ronca y resuella,
y a borbollones arroja
la caliente sangre fuera,
en pie, trémula y convulsa,
dos o tres indios se pegan
como sedientos vampiros,
sorben, chupan, saborean
la sangre, haciendo mormullo

y de sangre se rellenan.
1-¿Qué aspectos tiene en común el fragmento de El Matadero con este de La Cautiva?
2-¿Qué comparación se puede establecer entre el joven unitario y la yegua?
3-¿A qué realidad política alude la violencia de los fragmentos leídos?¿Por qué no es presentada de forma explícita?


Breve ensayo sobre "El Matadero" de Esteban Echeverría

Dicotomía orden-caos en “El Matadero” de 
Esteban Echeverría.
Aproximación
¿Por qué Esteban Echeverría no publicó “El Matadero”? Es una pregunta que nos puede llevar a un sinfín de hipótesis y conjeturas más o menos demostrables o sólidas. Lo cierto es que el texto vio la luz en 1871 de la mano de Juan María Gutiérrez en la Revista del Río de la Plata y luego fue incluido en la edición de las Obras Completas de Echeverría en 1870-71 (Cfr. Prólogo de la edición Capítulo de “La cautiva. El matadero. Ojeada retrospectiva”) . Su fecha probable de elaboración es entre 1838 y 1840. Es, justamente, en la década de 1830 y en la ciudad de Buenos Aires donde sucede el relato, en plena cuaresma y escases de carne:

“Diré solamente que los sucesos de mi narración pasaban por los años 183… […] en Buenos Aires...” (Fragmento de "El Matadero)Descripción: https://o1.t26.net/images/space.gif .

Pero no nos importa aquí más que situarnos y adentrarnos en la historia del relato, por lo que deberemos dejar de lado la jugosa crítica que realiza Echeverría en el primer momento, que es donde construye la situación.
Nuestro interés radica en la descripción que se realiza del matadero hasta la aparición del unitario, pues en éste segmento encontramos una dicotomía extra a las que se barajan tradicionalmente. Es decir que, a las dicotomías civilización–barbarie y unitarios–federales deseamos agregar una nueva que no hará más que profundizar las anteriores. Tal dicotomía podría ser expresada como lo dionisíaco y lo apolíneo, pero consideramos que tales conceptos exceden nuestro poder de análisis, por lo que optamos por orden–caos.
Como punto de partida debemos seguir el consejo de Noé Jitrik y posicionarnos desde la perspectiva del narrador. Es el narrador el que logrará organizar y pintarnos la descripción del matadero, dado que los personajes son difusos y grotescos, y, menos que palabras, emiten sollozos, gemidos y gritos:
“… lo que se va viendo es el narrador quien lo resume y lo liga, es él quien dosifica los materiales y los va presentando con ese “orden” sin el cual no los podríamos entender...” (JITRK, Noé. Forma y significación en “El Matadero”. Pág. 19) .

Dicho de otro modo, la única posibilidad que tenemos como lectores de conocer y de entender lo que acontece o no dentro del matadero es por medio, y gracias a, un narrador que logra de algún modo organizar la vorágine de impresiones.
Lo primero que se nos cuenta sobre el matadero es una especie de fiesta de la carne, una fiesta al mejor estilo dionisíaco; un festejo, incluso, con una ofrenda de tipo ritual: se le ofrecerá al Restaurador, un todopoderoso, el primer 
novillo que se mató luego que éste dispusiera ingresar en el matadero entre 250 y 300 novillos gordos para paliar la carestía de carne; el novillo es llevado por los carniceros quienes parecen ser los sacerdotes del rito; el novillo es un agradecimiento por las gracias recibidas.

“… la federación estaba en todas partes, hasta entre las inmundicias del Matadero, y no había fiesta sin el Restaurador… Cuentan que al oír tan desaforados gritos las últimas ratas que agonizaban de hambre en sus cuevas, se reanimaron y echaron a correr desatentadas, conociendo que volvían a aquellos lugares la acostumbrada alegría y algazara precursora de abundancia.
El primer 
novillo que se mató fue todo entero de regalo al Restaurador… Una comisión de carniceros marchó a ofrecérselo en nombre de los federales del Matadero, manifestándole in voce su agradecimiento…” (Fragmento de "El Matadero)Descripción: https://o1.t26.net/images/space.gif .

Lo que sigue en el relato es la sucesión más o menos caótica de hechos: la continuación de la matanza de los novillos, imágenes vertiginosas de grupos que van de aquí para allá, la cabeza cercenada del niño, el sacrificio del toro. Todo es caos y tiene sus características:

“El espectáculo que ofrecía entonces [el Matadero] era animado y pintoresco, aunque reunía todo lo horriblemente feo, inmundo y deforme…” (Fragmento de "El Matadero)Descripción: https://o1.t26.net/images/space.gif .

El relato presenta un punto de inflexión cuando aparece el unitario, quien reúne en sí los atributos de la belleza y recordemos que lo bello es al mismo tiempo lo amable, lo deseable:
“Era éste un joven como de veinticinco años, de gallarda y bien apuesta persona…” (Fragmento de "El Matadero&quotDescripción: https://o1.t26.net/images/space.gif .
A los personajes del matadero parece casi imposible asignarles un rosto. En cambio en la breve descripción del unitario, el rostro y el resto del cuerpo, parecen delinearse y tomar forma humana.
El orden que el narrador impone al escenario del matadero, es en el joven unitario la encarnación. Mientras las características del caos serán la multiplicidad, la fealdad, lo grotesco; en el ámbito del orden lo serán lo uno, lo bello, lo refinado.
En este punto lo apolíneo se enfrenta a con lo dionisíaco, se miran de frente en el relato de “El Matadero”, los lenguajes cultos de uno se enfrentan a los gritos de los otros. Lo que sigue de la narración es lo paradójico: la realidad pareciera, al menos desde el sentido común, tender o aceptar el establecimiento de un orden como elemento indispensable para el desarrollo del ser humano y de una nación, pero aquí el caos consume, diluye, todo orden. Las grotescas figuras del matadero se apoderan del joven unitario y terminan conduciéndolo hacia su muerte.
Quizás “El Matadero” no sólo sea cifra de la literatura argentina. Quizás Echeverría cifró la vivencia más típica de la República Argentina. 

                                                                                                               por Fernán Barberón

Una obra de ficción

El Matadero es un relato que pertenece al ámbito de la ficción. Al respecto, Piglia (1993) señala que es la ficción lo que le permite a Echeverría abordar todo aquello que no es posible desde el relato histórico, le da la posibilidad de hablar de los “otros”, de representar su mundo y darles voz.
En El Matadero esos “otros” son los federales, o mejor dicho, las clases subalternas defensoras y fanáticas del rosismo que, en la obra, se nuclean en torno al matadero de la Convalecencia. Es por esto que se puede definir a la obra como un relato de costumbres, ya que Echeverría logra presentar los caracteres y describir las costumbres de esa clase marginal. Y aquí, justamente, es donde reside esa originalidad de la que se habló anteriormente: si bien se trata de una obra que “es producto de una mentalidad romántica (Jitrik, 1981)” (Pagliai, 2014, p. 79), ese costumbrismo que incorpora trazos realistas traspasa los propios límites de la estética romántica.
Ese realismo que está presente en la descripción de los personajes, en los diálogos que imitan el lenguaje de los “otros” y en la crudeza con la que se describe cada escena de violencia es lo que, justamente, no tenía lugar en la literatura del romanticismo. Seguramente, Echeverría era consciente de esto y por eso descartó su publicación, ya que significaba un quiebre en la concepción estética del momento para la que ni él ni sus pares intelectuales estaban todavía preparados.

Un juego de opuestos
Desde el inicio del relato se plantea la existencia de dos mundos irreconciliables: el de los unitarios y el de los federales. Esta idea irá profundizándose y alcanzará su punto culminante con la llegada del joven unitario al matadero. A partir de ese momento, lo bajo, lo bárbaro, la cultura subalterna queda asociada al mundo de los federales que se contrapone, visiblemente, a lo alto, a lo civilizado, a la cultura superior a la que pertenece el unitario. Este juego entre opuestos sirve, entonces, para destacar las diferencias, es decir, las distancias que existen entre esos dos mundos.
Esta dicotomía puede observarse en el lenguaje de los personajes: por un lado, la lengua culta y, por otro, la popular. Al respecto, Martín Kohan (2006) señala que estos dos mundos enfrentados “no se tocan, y si se tocan no se comunican y si se comunican no se entienden” (pp. 188- 189). El lenguaje que maneja el unitario es tan elevado y respetable que parece una “lengua extranjera” (Piglia, 1993, p.3): “Porque lo llevo en el corazón por la Patria [al luto], por la Patria que vosotros habéis asesinado, infames” (Echeverría, 1957, p. 83). Esta manera de hablar se contrapone a la lengua popular, marcada de brutalidad y violencia, que en la obra se presenta directamente, en toda su crudeza, sin un enriquecimiento por parte del artista:
Descripción: comienzo-citas “—Ahí se mete el cebo en las tetas, la tía, —gritaba uno.
—Aquel lo escondió en el alzapón, —replicaba la negra.
— ¡Ché!, negra bruja, salí de aquí antes de que te pegue un tajo, —exclamaba el carnicero.(Echeverría, 1957, p. 23).

Este antagonismo puede observarse también en el espacio, en la oposición entre lo urbano y lo suburbano. Kohan (2006) habla de la amenaza que significaba para Buenos Aires, para la ciudad, la cercanía del matadero, la proximidad del mundo suburbano que guarda cierta correspondencia con el ámbito rural. La violencia se ubica en las orillas de la ciudad, está tan próxima que representa una amenaza constante ya que puede desbordarse en cualquier momento.
Por último, también puede advertirse el juego entre lo móvil y lo inmóvil, que se evidencia, sobre todo, a partir de la presencia de dos elementos que son constantes en la obra: el agua, que corre representando movimiento, y el barro, que estanca e inmoviliza (Kohan, 2006). Y entre estos dos elementos, la sangre. Sangre que algunas veces se estanca y se hace barro como en el caso del charco que deja el niño muerto por el lazo: “Del niño degollado por el lazo, no quedaba sino un charco de sangre: su cadáver estaba en el cementerio” (Echeverría, 1957, p. 27) o sangre que corre como el agua, tal como se presenta en la escena final en la que muere el unitario: “(…) un torrente de sangre brotó borbolloneando de la boca y las narices del joven, y extendiéndose empezó a caer a chorros por entrambos lados de la mesa” (Echeverría, 1957, p. 34).

La violencia

El Matadero puede definirse como una historia de violencia: la violencia que provoca el hambre, la violencia que desata el escape del toro, la violencia representada en la insensibilidad de la gente frente al chico degollado, la violencia de la burla y la humillación frente al inglés hundido en el barro y la violencia en su expresión máxima, cerrando la obra, con la muerte del unitario.
Todas estas escenas de violencia y brutalidad transcurren en un solo día y en un solo lugar: el matadero. Y en ese ámbito, en el que conviven diariamente hombres y animales, los seres humanos terminan comportándose como tales, terminan “animalizándose”.  Al respecto, Martín Kohan (2006) advierte que unitarios y federales se animalizan los unos a los otros. El unitario compara a los federales con los animales: “El lobo, el tigre, la pantera también sos fuertes como vosotros. Deberíais andar como ellas en cuatro patas” (Echeverría, 1957, p. 32) y en varias ocasiones el narrador también lo hace: “¡Qué bravura en los federales! Siempre en pandilla cayendo como buitres sobre la víctima inerte” (Echeverría, 1957, p.30). El pueblo federal, por su parte, también animaliza pero, en este caso, al unitario: “Perro furioso”, “Está furioso como toro montaraz” (Echeverría, 1957: p.29, p.31).
La gran diferencia entre estos dos mundos escindidos es que los federales traspasan el límite, pasan de la violencia verbal a la violencia física y si bien no matan directamente al unitario, este termina muriendo de rabia. Y, de esta manera, ocurre otro acto de violencia que excede a la obra para ubicarse en el ámbito de la recepción de la misma: “El Matadero es un relato sobre la violencia de los cuerpos que apuesta a producir con las palabras el efecto de violentar al lector, del mismo modo que las acciones violentan al héroe unitario” (Iglesias, 2004, p. 24).
Esta escena que pone fin al relato quizás podría haberse evitado, es una consecuencia de no conocer los límites de la ciudad, de internarse en sus orillas y terminar en territorio enemigo. Esto es lo que sucede con el unitario, ese “otro” desde la mirada popular, que llega allí algo distraído y termina desatando la furia. Y aunque esta furia es contenida por el juez, quien pide explícitamente que no lo maten, el unitario no sabe o no puede escucharlo cuando le dice “¡Calma! No hay que encolerizarse” (Echeverría, 1957, p. 31). La situación lo supera y termina reventando de bronca, de indignación, cuando, en realidad, solo querían “divertirse” con él: “Pobre diablo: queríamos únicamente divertirnos con él y tomó la cosa demasiado en serio—exclamó el Juez frunciendo el ceño de tigre” (Echeverría, 1957, p. 34). Esto pone de manifiesto que, en el matadero de la Convalecencia, el divertimento y la violencia van de la mano, “la tragedia es parte de la risa popular”. (Kohan, 2006, p. 199).

Palabras finales

El Matadero es considerado por la crítica del siglo XX como una obra fundante, como un cuento que marca el inicio de la narrativa argentina moderna. Esto se debe a que se trata de una ficción en prosa que si bien se enmarca dentro del primer período del romanticismo1 argentino, logra salirse de esos parámetros incorporando rasgos realistas, una verdadera novedad para la época.
Esteban Echeverría realiza una denuncia social y política en este texto. Desde un tono a veces irónico y otras veces serio y cargado de dramatismo, logra describir el mundo de ese “otro”, consigue darle voz y contrastarlo con ese otro mundo culto al que, de hecho, él mismo pertenece. Todas las situaciones de violencia descriptas y narradas durante la obra sirven de introducción y de contextualización a ese último pasaje en el que la violencia llega a su expresión máxima: el unitario muere de rabiaDescripción: punto final_it8x12

Marolo, E. (2016). Dos mundos enfrentados. Algunas consideraciones sobre El Matadero de Esteban Echeverría. Sociales y Virtuales, 3(3)Recuperado de  http://socialesyvirtuales.web.unq.edu.ar/dossier/dossier-literatura-argentina/dos-mundos-enfrentados/


Guía de Lectura y Análisis
“El Matadero”, Esteban Echeverría y El Matadero: La sangre derramada y la estética de la mezcla, María Rosa Lojo

1) En dos ocasiones, el narrador se dirige al lector. En la primera expresa Porque han de saber los lectores. Y en la siguiente: Pero para que el lector pueda percibirlo. ¿Por qué apela a un interlocutor? ¿Es sólo la cortesía de tenerlo en cuenta o se debe a alguna razón vinculada al contenido intencional del texto? Fundamentar la respuesta.
2) En un tramo del Dogma Socialista, enuncia Echeverría: "La iglesia argentina ha estado en incomunicación con Roma hasta el año 30. La revolución la emancipó de hecho; pero el clero, alistándose en la bandera de Mayo, echó en el olvido su misión evangélica. No comprendió que el modo de servirla eficazmente era sembrando en la conciencia del pueblo la semilla de regeneración moral e intelectual: El Evangelio.
Comparen este párrafo con las opiniones del narrador de El Matadero sobre la cuaresma y las disposiciones eclesiásticas. ¿Podrían explicar cuál era la postura del escritor (pero sobre todo, el hombre público) Esteban Echeverría respecto de la Iglesia Católica?
3) En reiteradas ocasiones, el narrador se refiere a la chusma de los mataderos. ¿Es discriminatoria su actitud? ¿Por qué?
4) Observen si el texto tiene carácter de alegato político, como se afirma desde que fue escrito. Si es así, analicen si esta condición pesa más en el texto que sus valores literarios.
5) La minuciosa descripción del trabajo con las reses y la exaltación de la gente en torno a su faena adhiere a la inclinación romántica por el feísmo. Califiquen ese discurso: ¿grotesco, desagradable, extremadamente sangriento, carente de valor estético, innecesario, justificadamente realista, apropiado? Justifiquen su opinión
6) ¿Por qué el narrador omite la fecha completa del año de lo sucedido?
7) Si el relato no mencionara personajes y hechos ubicables, ¿podríamos afirmar que tiene rasgos de estilo o formas expresivas que determinan la época en la que fue escrito? ¿Cuáles son esas particularidades? Distingan entre el discurso del narrador y el habla de los personajes.
8) Tanto la primera parte descriptiva, como la estrictamente narrativa, están organizadas en torno a un personaje colectivo que actúa al modo de un coro que acompaña y celebra lo que ve. Descríbanlos y señalen las incidencias que tienen en el desarrollo de la historia.
9) Hay dos episodios que se destacan de la actividad cotidiana del matadero: la caída del gringo y la muerte del niño. Aunque no son comparables en dramaticidad, ocupan un lugar secundario en el relato: son dichos como "al pasar", forman parte del "cuadro de costumbres". Caractericen la reacción de la multitud ante ambos hechos, y también cuál es la consideración del narrador.
10) Podríamos pensar que la naturalidad con que son descritas las primeras escenas en el matadero, coloreadas con mucha sangre y brutalidad, podría orientar al lector sobre cuál sería el final del desprevenido unitario. ¿Es acertado afirmar que el relato pierde suspenso o al contrario, que éste se mantiene intacto? Fundamenten la respuesta.
11) A Matasiete se lo define como un hombre de pocas palabras y de mucha acción, el ejecutor de las órdenes del restaurador en su ámbito: El matadero. ¿Podríamos asegurar que se trata de un personaje que no repitió la historia, o al contrario, que ha tenido muchos imitadores hasta el presente? Fundaméntenlo.
12) Cuando el unitario es arrastrado hacia el banco del tormento, se compara a los mazorqueros con los sayones de Cristo. Expliquen la intensión de esa comparación.
13) En el desenlace del relato, el juez frunciendo el ceño de tigre, expresa: “Es preciso dar parte; desátenlo y vamos”. ¿Qué comentarios despierta el final de la historia? ¿Y la actitud del juez?
14. Relacionar El matadero, con el trabajo de María Rosa Lojo: El matadero: la sangre derramada y la estética de la mezcla.
a. buscar y copiar ejemplos concretos (de “El matadero”) para cada uno de los apartados del trabajo.
b. María rosa Lojo expresa, en el Registro antropológico, que El matadero puede considerarse una historia de animales. ¿Por qué? ¿Qué observan ustedes en la lectura de El Matadero y qué observó la autora? ¿Existen más semejanzas o más diferencias, por qué?
15. ¿En qué otros momentos de la historia mundial los seres humanos vivimos en un matadero? Explicar brevemente por los menos 3 momentos y dar ejemplos de situaciones que se pueden comparar con algunos fragmentos del texto de Echeverría.
16. ¿En qué otros momentos de la historia argentina los seres humanos vivimos en un matadero? Explicar brevemente por los menos 3 momentos y dar ejemplos de situaciones que se pueden comparar con algunos fragmentos del texto de Echeverría.
17. Tomar el párrafo que más les interesó del matadero como iniciación de un texto breve elaborado por ustedes y continuarlo por los menos con 2 párrafos más.
18. Escribir una conclusión grupal sobre la realidad planteada por El Matadero y la realidad actual en la que están inmersos ustedes como estudiantes y ciudadanos de la Argentina.

ANEXO:
Lojo, María Rosa (1994); La barbarie en la narrativa del siglo XIX; Corregidor; Bs. As.Capítulo III. "El Matadero: La sangre derramada y la estética de la mezcla" (Adaptación de la Profesora Edith Andrea Tessari)

1. Diversidad de registros, sangre, mezcla:
La característica de esta narración híbrida, por excelencia, es la superposición o entrelazamiento de códigos que conviven, mezclándose. La mezcla se exalta por fin en la figura de la sangre (figura poética y crudo recorte de la realidad) que desborda, rebalsa y da homogeneidad a los protagonistas del más violento de los ritos, donde los elementos de parodia, carnaval y grotesco confluyen en la sentencia de una Historia transformada en historia: microcosmos (micropaís o "simulacro"), ejemplo, símbolo.
El despliegue de los diferentes códigos instaura una riqueza de registros en el lenguaje narrativo. Registros que convergen en la fuerza suprema de un acto que los otros no llegan a ejecutar sobre el héroe (el degüello) pero que éste perpetra - sin armas- sobre sí mismo. El joven unitario muere en la ley del Matadero, haciendo de su cuerpo una vibrante cuchilla y de su espina dorsal una "serpiente" matándose con un exabrupto de pasión.

2. El registro religioso:
Es éste tal vez, el código que de manera más fuerte y evidente se infiltra en el relato y proporciona el pretexto para construirlo. En efecto, la matanza de animales descrita tiene lugar durante la Cuaresma de 1839 con el objeto de proporcionar alimento vacuno para viejos, enfermos y niños, dispensados de la interdicción alimentaria prevista por la Iglesia Católica para estas fechas. Pero el esquema cuaresmal se enlaza aquí con dos tópicos bíblicos: el diluvio y el Apocalipsis.
La inundación es interpretada por los sacerdotes y predicadores federales como réplica del Diluvio pasado y anuncio cierto del juicio final.
La ironía es el tono constante de toda la introducción. Sus objetivos fundamentales son:
a) Denunciar el abuso del poder y el autoritarismo fanático, irracional de la Iglesia. El carácter brutal y retrógrado del mandamiento se destaca aún más por la contraposición con el criterio científico.
b) Mostrar la utilización de la Iglesia al servicio y conveniencia de Rosas y la hipocresía de las exigencias impuestas por los federales, tan "buenos católicos son los primeros en transgredir. Así, el restaurador manda carnear hacienda pese a las dificultades para arrearlas, temiendo disturbios populares y sabiendo que la carne no pasará sólo al sustento de los niños y enfermos. La tercera parte de la población gozará del fuero eclesiástico de alimentarse de carne.

La ironía descuella en el ridículo al que es sometido el ritual y los medios - mágicos, supersticiosos para una "mentalidad progresista"- que la Iglesia utiliza para manejar la realidad.
Por otra parte, se insiste en la identificación del Restaurador y de su familia con las jerarquías de la santidad y la divinidad.
La fe política y la fe religiosa se amalgaman en los letreros que adornan la casilla del juez. Uno de los homenajeados en ellos es la "heroína Doña Encarnación Ezcurra", patrona muy querida de los carniceros, quienes ya muerta, la veneraban como viva por sus virtudes cristianas y su federal heroísmo en la revolución contra Balcarce.
Ya bien entrado el relato y comenzada la acción de la matanza se abandona la ironía para reemplazarla por una seriedad hiperbólica pero condenatoria.
"Infierno o infernal" describen reiteradamente el gran espectáculo del Matadero. Lo demoníaco alcanza incluso al gringo que cae en el pantano, arrastrado por los carniceros que van en persecución del toro. Aquí, todavía, la calificación es jocosa, pero, hacia la culminación del relato, el joven unitario que va a ser sacrificado se convierte - y ello sin ninguna burla- en figura de Cristo, cuyos tormentos son paralelos al suyo.
El texto evangélico está presente, como fondo, aun en ciertas inversiones de contenido. Por ejemplo, si a Cristo le niegan el agua y le dan hiel y vinagre, al joven le dan un vaso de agua que éste rechaza. Los paralelismos prosiguen, antes y después de la muerte.
3. El registro político:
El registro político se entremezcla con la parodia religiosa casi coincidiendo con ella, pues se refiere a un mundo donde la suprema autoridad, legal y espiritual, temporal y eterna, se ha corporizado en la figura de Don Juan Manuel De Rosas. Por esto se ha dicho que las inscripciones dibujadas en la casilla del juez son un símbolo de la fe política y religiosa de la gente del Matadero.
Con todo, hay referencia al plano político como diseño deforme y monstruoso de una República que sumida en un molde autocrático y teocrático más propio del oriente que del occidente, no puede acercarse al paradigma de la libertad y la civilización, propuesto por Francia, al que adhiere Echeverría.
El modelo bárbaro que la República cuyo ejemplo o símbolo es el Matadero supone una autoridad y una ley cuya sede es, no la casa de gobierno, sino la casilla.
Resalta la desproporción entre la insignificancia y la ruindad material de la casilla del juez y el formidable, taxativo carácter del poder que allí se ejerce, ambas cosas, signos de Barbarie.
Es el juez quien contesta con fría calma a los apasionados interrogatorios del joven, e impone silencio a la cólera federal. También es él quien ordena luego azotarlo en castigo.
Con todo, la autoridad del Juez resulta limitada por los miembros de su misma República y por los ajenos a ella. El Juez se muestra impotente para impedir el desorden y la violencia. A pesar de sus intentos por mantener cierta concordia, la "justicia" se dirime a puñaladas o dentelladas, en el nivel humano o en el nivel animal, configurando esta lucha impiadosa un "simulacro" de la organización de un país.
Tampoco puede evitar que el unitario escape a su jurisdicción, muriendo. Más orgulloso que Cristo y sin mayor deseo de salvar a la pervertida humanidad que lo rodea, el unitario prefiere entregar su espíritu (su sangre) incontaminado antes de consentir en el contacto y el tormento infame.
Esta muerte imprevista contraría al juez, en quien puede presumirse decepción (porque la presa se le ha escapado) o con un cierto remordimiento (porque el crimen excedía sus intenciones).
Por otra parte, se insinúa la presencia de transgresiones que corroen, desde dentro, un sistema que ya es en sí mismo transgresivo con respecto al orden universal de la civilización humana, e hipócrita hacia las leyes que dice obedecer, como la eclesiástica.

4. El registro antropológico: configuración de lo humano en El Matadero.
Hasta cierto punto, El Matadero puede considerarse una
"historia de animales", en tanto la acción, hasta la entrada del unitario en escena, gira sobre el eje de la matanza, el descuartizamiento y la final apropiación de los despojos de un grupo de reses. Además de las reses mismas, hay otros muchos animales en el campo narrativo que dependen de la existencia de estas víctimas sacrificables: Los ratones y ratas, perros (dogos o mastines), las aves: gaviotas, buitres o caranchos. En esta pelea por los restos los seres humanos están en el mismo plano que los animales.
Cuando aparece el unitario en el campo visual de la narración comienzan a dispararse con mayor velocidad y asiduidad los símiles animales sobre la chusma federal.
El Juez es asimilado al tigre. También se atribuyen a lo animal algunas propiedades no muy compatibles, por ejemplo el cinismo bestial.
Pero la mayor comparación no está formulada por el narrador, y es el paralelismo notorio entre el toro infiltrado en el Matadero y el joven unitario infiltrado en la zona federal.
Si bien el narrador no compara expresamente al unitario con el toro, lo hacen, en cambio, los mismos federales.
Al toro le echan las pialas y por fin queda prendido de una pata; al joven lo atan sobre la mesa.
La rabia, el rugido o bramido que el narrador le atribuye al toro son calificaciones que los federales dedican también al unitario.
El unitario, que no llega a ser azotado, muere ferozmente igual que el toro. Aunque no expira al aire libre como las reses, sino en la casilla, su sangre desborda sobre el suelo como la de los animales. Esto homologa su sacrificio con el de los novillos y el toro mismo (y también pero sólo hasta cierto punto, con el niño, víctima absolutamente pasiva e inocente, cuyo tronco degollado lanza por cada arteria un largo chorro de sangre.
Víctima, pero víctima rebelde, el unitario muere, como el toro, respondiendo a la ley de la violencia.


5. El registro estético:
Como obra de arte literario, El Matadero pertenece a la categoría de la ficción y de la crónica, del costumbrismo u de la pesadilla, de la literalidad y el símbolo, del "espectáculo" y de la "voz". Habla de un arrabal de Buenos Aires, pero también de los arrabales del infierno.
Se impone claramente la categoría de hibridez que hemos visto operar acarreando la convergencia de códigos y de tonos. El ideal de la separación desemboca en la notoria realidad de la mezcla.
La voz está siempre en su paroxismo : espanta y ensordece. Es una presencia continua en todo el relato,

aún antes de la acción propiamente dicha.
Aquí aparece, también, configurada por las voces, la figura del degollador: Matasiete, el tuerto. Las loas son interrumpidas por una voz ronca que alerta sobre la trayectoria del toro.
Un espantado hueco de silencio surge a consecuencia de la muerte accidental del niño. Quienes no han sido fulminados por este relámpago de la muerte inesperada, siguen el ritmo normal de la vida en el Matadero, corriendo al toro que se escapa, y acompañan la persecución "vociferando y gritando". La inmolación de la víctima inocente queda por completo despojada de palabra. Todo parece verbalizarse, menos ese tipo de muerte para el cual no hay palabras en el lenguaje del Matadero.
En cambio la burla halla su cauce cuando los jinetes cruzan el pantano en busca del toro y vuelcan al gringo, que les merece carcajadas sarcásticas.
Los diálogos, salvo excepciones que designan un oficio o posición dentro del grupo (un carnicero, el Juez) son entablados por voces anónimos. El único nombrado, y no por su verdadero apelativo, sino por su apodo, es Matasiete. Tampoco el unitario (más prototipo ideal que figura concreta) tiene nombre.
La voz del Juez (auténtico adversario del joven) es imponente. La del unitario está impregnada de indignación.
El Juez es el que dirime las peleas y marca los intervalos de la voz y el silencio.
Cuando se intenta atar al joven y prepararlo para ser azotado, los gritos y las vociferaciones cesan. Sólo caben las escuetas órdenes y la acción inmediata, silenciosa. La muerte del unitario provoca un efecto similar a la del niño.
Las escenas de El Matadero se presentan como un espectáculo animado y pintoresco. En tanto espectáculo, es objeto de la mirada, y el narrador se siente obligado a presentarlo, con relieve irrefutable, ante los ojos del lector. Esta perspectiva se compondrá de una serie continua de cuadros móviles que se sustituyen velozmente.
El relato concluye con el predominio del registro visual: el torrente de sangre que cubre el espacio de la casilla (la casa de gobierno del Matadero) y el espacio narrativo.
Vista y voz dibujan, como creciente vibración, un cuadro animado que excede lo verosímil y que propone como símbolo a parábola del país. Un relato irónico, de cuño aparentemente costumbrista o naturalista, alcanza visos de pesadilla, aparato teatral casi de tragedia y connotaciones infernales.

6. CONCLUSIONES:
Se representa en El Matadero una realidad mezclada donde las categorías y las distinciones se disuelven y se revuelven como el lodo y la sangre bajo las paras de los caballos y las reses: mezcla de razas (blancos con negros y mulatos), de sexos, de edades, de animales y de hombres, de ley (el Juez, el código del Matadero) y de violento, intolerable caos; convergencia de la prohibición y de la transgresión, del sermón represor y de la obscenidad, de lo trágico y lo groseramente cómico, del lenguaje prostibulario y de la alocución más culta. Mezcla sólo lo descriptible por la hipérbole y sellada por la final efusión de la sangre del prisionero - el otro, el extraño que muere en la violencia común -.
Mezcla de códigos, mezcla de géneros, fiesta del monstruo, El Matadero, aun a conciencia de que la escritura es copia o reflejo, interior en la vitalidad de la voz, y, sobre todo, a la vista, quiere absorber y devolver el caos abigarrado del mundo en una literatura también mezclada, capaz de incluir, hasta donde ello es posible, la múltiple llamada de los sentidos, el símbolo y la pesadilla[1].


¿Qué se tendrá en cuenta para evaluar la guía de lectura y análisis?
- Este trabajo puede realizarse de manera individual o en pareja. Copiar o entregar trabajos similares al de otros grupos implicará la anulación de ambas guías.
- Que las respuestas (caligrafía y redacción) sean claras y completas. Tanto la escritura en general como la ortografía deberán revisarse antes de entregar, ya que son puntos a tener en cuenta a la hora de calificar.
- En caso de que el/los alumno/s decida/n trabajar con otros textos de ayuda, en papel o virtuales, deberán citarse las fuentes consultadas. Copiar fragmentos de sitios web o manuales será considerado plagio. El trabajo será anulado y el/los alumno/s serán pasibles de sanción.
-La guía será resuelta y entregada en tiempo y forma, según los criterios establecidos en la clase.
















LITERATURA GAUCHESCA


El gaucho, entre otras acepciones, quiere decir “guacho”, “huérfano”, y así se perfiló la existencia de este tipo humano, resultado de la mezcla entre españoles e indios.
          En torno a esta figura se fue construyendo un espacio literario que lo tomó como personaje central y explotó su visión del mundo. Se trata de la literatura gauchesca que presenta al gaucho con su forma de expresión, el habla rural, y su ámbito, la pampa.
          El iniciador de la poesía gauchesca fue Bartolomé Hidalgo (1788 – 1822) con los Cielitos y Diálogos Patrióticos que utilizó la lengua oral propia de los gauchos para incitarlos a enrolarse en la lucha contra los españoles, ya que la mayoría eran analfabetos.
          El exponente máximo de esta literatura es el Martín Fierro de José Hernández (1834 – 1886). Su importancia consiste no sólo en introducir modalidades fonéticas y expresivas propias del mundo y de las costumbres gauchescas, sino también en expresar la mentalidad de este personaje y su particular relación con el hombre y con la naturaleza. Además presenta la realidad nacional desde la perspectiva del gaucho exaltando su condición humana para lograr el respeto de las clases dirigente.
          En la construcción de nuestra identidad, el gaucho se asocia no sólo al enfrentamiento Buenos Aires – interior sino también al persistente desencuentro a lo largo de la historia nacional entre las expectativas de la clase dirigente y las necesidades populares.
          Este poema está organizado en dos partes: “El gaucho Martín Fierro” (13 cantos), publicada en 1872, y “La vuelta de Martín Fierro” (33 cantos), publicada en 1879.
       La primera parte denuncia la opresión que la clase política ejerce sobre el gaucho y revela simultáneamente su capacidad para enfrentarla con rebeldía y libertad de espíritu. El protagonista elige huir de la civilización e irse a vivir con los indios. Esta actitud es netamente romántica. El héroe perseguido por la sociedad la enfrenta transgrede sus norma y se refugia en el mundo natural.
        El poema contrapone dos etapas de la vida del gaucho: una feliz y otra desdichada. Esto tiene un correlato histórico. En la primera parte del siglo XlX el gaucho se desplazaba libremente por la pampa donde abundaba el ganado cimarrón. Realizaba tareas como la doma o el arreo de ganado. Esta situación cambió tras la caída de Rosas. Llegó el ferrocarril, los campos se alambraron, se marcó el ganado. Era la época de Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca. Los estancieros utilizaban al gaucho como mano de obra barata y los políticos lo usaban para aumentar su caudal electoral o para enfrentar a los indios.
       El gaucho fue marginado de la sociedad y fue desapareciendo a medida que se fortalecieron las estancias, que necesitaban de peones disciplinados, acomodados a una cultura del trabajo. Sin embargo, la literatura y el imaginario colectivo lo elevaron a la categoría de mito.


1-¿Cuál es el tema del texto?
2-Subtitular cada párrafo teniendo en cuenta los temas de cada uno.
3-Subrayar las ideas principales.
4-Identificar en el mismo las estrategias explicativas presentes  (Definiciones, ejemplificaciones, reformulación o paráfrasis, analogías)
5-Elaborar un resumen del texto.
6-Confeccionar un esquema de contenido (rama conceptual) que sintetice el contenido del texto.

Investiga
1-¿Por qué Martín Fierro debería ser considerado como un “mito” y por qué no? Para realizar este punto deberías buscar el concepto de Mito y sus características.
2-a-Enumera alguna de las causas del enfrentamiento que existía en la época entre Buenos Aires y las provincias del interior.
    b-¿Dicho enfrentamiento se mantiene en la actualidad? ¿Las causas son las mismas?
3-¿Cuáles piensas que podrían ser las diferencias entre las necesidades de las clases populares y las expectativas de las clases dirigentes que plantea el texto?




Guía de Martín Fierro
La literatura gauchesca se desarrolla dentro del movimiento romántico. En ella se pueden reconocer las siguientes características:
·         Choque de individuo y realidad.
·         El héroe romántico: rasgos que lo definen.
·         La naturaleza como refugio y protectora del héroe.
·         La naturaleza como proyección del estado de ánimo.
·         La naturaleza como expresión de la divinidad.
·         La denuncia política.
·         La mujer ángel y la mujer demonio.

Para leer…
JOSÉ HERNÁNDEZ Y MARTÍN FIERRO: VIDAS PARALELAS

Desde 1866 hasta 1879 se sucedieron tres presidencias: Mitre (1862-1868), Sarmiento (1868-1874) y Avellaneda (1874-1880). Los hechos políticos más relevantes fueron la guerra contra el Paraguay y las últimas manifestaciones del caudillismo. Hernández se opuso a la política de mitre y de Sarmiento y apoyó a Urquiza cuando la Confederación se enfrentó a Buenos Aires. La derrota en Pavón marcó la supremacía  de Buenos Aires y el partido federal de Entre Ríos se dividió en dos bandos: oficialistas y disidentes, bajo la jefatura de Urquiza y López Jordán respectivamente. Hernández se alió con este último y lo acompañó en el destierro a Brasil. Se transformó así en exiliado y perseguido. Esto le ocurre también a Martín Fierro en la primera parte. En 1872 Sarmiento promulgó una amnistía que le permitió regresar a Buenos Aires y publicó “El gaucho Martín Fierro”. Desde 1879 a 1880, bajo el gobierno de Avellaneda fue diputado por Buenos Aires y publicó “La vuelta de Martín Fierro”. Al igual que el protagonista de su poema, Hernández regresó a la patria y se produjo un cambio en su postura política. Apoyó la federalización de Buenos Aires en contra de sus antiguas ideas que consideraban a Rosario como capital de la República Argentina y llegó a asumir los ideales de progreso y cultura popular de Sarmiento, su enemigo de siempre.


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Jorge Luis Borges
(1899–1986)


El fin

(Artificios, 1944;
Ficciones, 1944)
  Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco. De la otra pieza le llegaba un rasgueo de guitarra, una suerte de pobrísimo laberinto que se enredaba y desataba infinitamente…
Recobró poco a poco la realidad, las cosas cotidianas que ya no cambiaría nunca por otras. Miró sin lástima su gran cuerpo inútil, el poncho de lana ordinaria que le envolvía las piernas. Afuera, más allá de los barrotes de la ventana, se dilataban la llanura y la tarde; había dormido, pero aún quedaba mucha luz en el cielo. Con el brazo izquierdo tanteó dar con un cencerro de bronce que había al pie del catre. Una o dos veces lo agitó; del otro lado de la puerta seguían llegándole los modestos acordes. El ejecutor era un negro que había aparecido una noche con pretensiones de cantor y que había desafiado a otro forastero a una larga payada de contrapunto. Vencido, seguía frecuentando la pulpería, como a la espera de alguien. Se pasaba las horas con la guitarra, pero no había vuelto a cantar; acaso la derrota lo había amargado. La gente ya se había acostumbrado a ese hombre inofensivo. Recabarren, patrón de la pulpería, no olvidaría ese contrapunto; al día siguiente, al acomodar unos tercios de yerba, se le había muerto bruscamente el lado derecho y había perdido el habla. A fuerza de apiadarnos de las desdichas de los héroes de la novelas concluimos apiadándonos con exceso de las desdichas propias; no así el sufrido Recabarren, que aceptó la parálisis como antes había aceptado el rigor y las soledades de América. Habituado a vivir en el presente, como los animales, ahora miraba el cielo y pensaba que el cerco rojo de la luna era señal de lluvia.
 Un chico de rasgos aindiados (hijo suyo, tal vez) entreabrió la puerta. Recabarren le preguntó con los ojos si había algún parroquiano. El chico, taciturno, le dijo por señas que no; el negro no cantaba. El hombre postrado se quedó solo; su mano izquierda jugó un rato con el cencerro, como si ejerciera un poder.
La llanura, bajo el último sol, era casi abstracta, como vista en un sueño. Un punto se agitó en el horizonte y creció hasta ser un jinete, que venía, o parecía venir, a la casa. Recabarren vio el chambergo, el largo poncho oscuro, el caballo moro, pero no la cara del hombre, que, por fin, sujetó el galope y vino acercándose al trotecito. A unas doscientas varas dobló. Recabarren no lo vio más, pero lo oyó chistar, apearse, atar el caballo al palenque y entrar con paso firme en la pulpería.
Sin alzar los ojos del instrumento, donde parecía buscar algo, el negro dijo con dulzura:
 —Ya sabía yo, señor, que podía contar con usted.
 El otro, con voz áspera, replicó:
 —Y yo con vos, moreno. Una porción de días te hice esperar, pero aquí he venido.
Hubo un silencio. Al fin, el negro respondió:
 —Me estoy acostumbrando a esperar. He esperado siete años.
El otro explicó sin apuro:
 —Más de siete años pasé yo sin ver a mis hijos.
 Los encontré ese día y no quise mostrarme como un hombre que anda a las puñaladas.
—Ya me hice cargo —dijo el negro—. Espero que los dejó con salud.
El forastero, que se había sentado en el mostrador, se rió de buena gana. Pidió una caña y la paladeó sin concluirla.
 —Les di buenos consejos —declaró—, que nunca están de más y no cuestan nada. Les dije, entre otras cosas, que el hombre no debe derramar la sangre del hombre.
Un lento acorde precedió la respuesta de negro:
—Hizo bien. Así no se parecerán a nosotros.
—Por lo menos a mí —dijo el forastero y añadió como si pensara en voz alta—: Mi destino ha querido que yo matara y ahora, otra vez, me pone el cuchillo en la mano.
El negro, como si no lo oyera, observó:
 —Con el otoño se van acortando los días.
—Con la luz que queda me basta —replicó el otro, poniéndose de pie.
 Se cuadró ante el negro y le dijo como cansado:
—Dejá en paz la guitarra, que hoy te espera otra clase de contrapunto.
Los dos se encaminaron a la puerta. El negro, al salir, murmuró:
 —Tal vez en éste me vaya tan mal como en el primero.
El otro contestó con seriedad:
 —En el primero no te fue mal. Lo que pasó es que andabas ganoso de llegar al segundo.
Se alejaron un trecho de las casas, caminando a la par. Un lugar de la llanura era igual a otro y la luna resplandecía. De pronto se miraron, se detuvieron y el forastero se quitó las espuelas. Ya estaban con el poncho en el antebrazo, cuando el negro dijo:
—Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.
Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como un acicate. Se entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro.
Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música… Desde su catre, Recabarren vio el fin. Una embestida y el negro reculó, perdió pie, amagó un hachazo a la cara y se tendió en una puñalada profunda, que penetró en el vientre. Después vino otra que el pulpero no alcanzó a precisar y Fierro no se levantó. Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.










                









GÉNERO POÉTICO:

Agrupa obras donde predomina la subjetividad del autor, sus emociones, sentimientos y pensamientos. Tradicionalmente se asocia este género a las composiciones escritas en verso.

Verso: se llama verso a la unidad rítmica que se repite en un poema y que ocupa un renglón. El verso tiene una medida determinada por el número de sílabas, en tanto que las pausas y la acentuación le dan un determinado ritmo. La medida de los versos puede repetirse a lo largo del poema o combinarse.

Estrofa: es una serie de versos que responde a un esquema.

Rima: es la repetición de sonidos a partir de la última vocal acentuada en el final de cada verso. Por ej:
Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo
botón de pensamiento que busaca ser la rosa
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
al abrazo imposible de la Venus de Milo.

· Cuando se repiten las vocales y las consonantes decimos que es una rima consonante.
· Si lo único que se repite son las vocales la rima se llama asonante                                                        

Verso libre: desde un punto de vista gráfico y fónico, podemos decir que el verso libre, no posee ni rima ni una extensión fija.

Medida: un verso se mide contando las sílabas, para lo cual es preciso tener en cuenta la acentuación de la palabra final y ciertas licencia poéticas que afectan la medida.
· Aguda: cuando un verso termina en una palabra aguda o monosílaba se cuenta una sílaba más.
· Grave: cuando un verso termina en una palabra grave, se cuentan exactamente las sílabas tal cual como están.
· Esdrújulas: cuando un verso termina en una palabra esdrújula, se cuenta una sílaba menos

Licencias poéticas: acortan o alargan un verso, ya que permiten unir o separar sílabas gramaticales.
· Sinalefas: consiste en unir sílabas de dos palabras diferentes en una sola sílaba del verso. Esta unión se produce cuando hay una vocal al final de una palabra y otra al comienzo de la siguiente. Ej: ha enturbiado
· Hiato: impide la unión de dos vocales de palabras distintas en una misma sílaba poética. El hiato alarga el verso. Ej: (…) que/ ahora  recuerdo.

Esquemas métricos: son estructura fijas, resultado de la combinación de la medida, la acentuación y la rima de los versos los siguientes son algunos de los esquemas métricos más frecuentes en la literatura poética:
· El soneto: es una composición de estructura precisa: catorce versos endecasílabos agrupados en dos cuartetos (estrofas de cuatro versos) y dos tercetos (estrofas de tres versos). Siempre tiene una rima, pero puede presentar muchas variantes en su disposición.
· La redondilla: es una estrofa de cuatro versos octosílabos de rima consonante.
· El romance: serie de número indeterminado de versos octosílabos con una rima asonante.

FIGURAS RETÓRICAS

Las figuras retóricas representan los recursos o procedimientos que producen significados de manera indirecta, es decir, intensifican el lenguaje figurado o connotativo.
Ø  RRETRUÉCANO: (Plano del sonido-sentido); es un juego de palabras donde se invierten los términos de una expresión en la expresión subsiguietne de modo que haya contraste.
Ejemplo:
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Ø  ALUSIÓN: (Plano del sentido) referencia a personajes o sucesos mitológicos cuyo valor o sentido se espera sea conocido por el lector.
Ejemplo:

Era el año la estación florida
en que el mentido robador de Europa.
……………………………………………………………
Cuando el que suministrar podía la copa
a Júpiter mejor que el garzón de Ida.
                                                         (Góngora)

Ø  HIPÉRBOLE: (Plano del sentido) consiste en la exageración desmedida de una idea o concepto. Es utilizada para darle a lo pequeño carácter de grande, a lo feo carácter de bello, se utiliza generalmente en el lenguaje coloquial.

Ejemplo:

Te dije mil veces
A paso de tortuga

Ø  ANTÍTESIS O CONTRASTE: (Plano del sentido) consiste en la oposición de ideas en versos continuos.

Ejemplo:

¿Por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Ø  ENUMERACIÓN: (Plano del sentido) se acumulan varios miembros del mismo género o una serie de ideas referidas a un mismo asunto. Los términos de la enumeración pueden estar ordenados en una gradación ascendente o descendente.

Ejemplo:

El agua llora, gime, suspira, canta, ríe
- - - - - - - - - - - -- - - - - - - - - - - -
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada

Ø  HIPÉRBATON: (Plano sintáctico) consiste en la alteración del orden lógico de la oración.
Ejemplo:

Del salón en un ángulo oscuro.

Ø  REPETICIÓN: (plano del sonido – sentido) reiteración de vocablos en un mismo verso o de miembros iniciales en construcciones paralelas.

a.       Palabras: reiteración de vocablos.
Ejemplo:
Atravesaron montañas y montañas y montañas después llanura y llanura y llanuras.

b.      ANÁFORA: reiteración de vocablos o miembros iniciales en construcciones paralelas.
Ejemplo:

Tu pupila es azul y cuando ríes
su calidad suave me recuerda
al trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja

Tu pupila es azul cuando lloras
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
                                                         Adolfo Bécquer
c.       CONCATENACIÓN: se repiten las palabras finales de un verso al comenzar el verso siguiente.
Ejemplo:

La plaza tiene una torre
La torre tiene un balcón
El balcón tiene una dama
La dama de una blanca flor
                                                      Antonio Machado
d.      ESTRIBILLO: repetición literal al final de cada estrofa o en la mitad de la misma. Se destaca por su musicalidad y porque concentra en sí la mayor intensidad lírica del poema.
Ejemplo:

Clara estrella azul,
ombligo de la aurora.
¿Vives bien en la espuma
de la sombra?
¡Oh, poeta infantil,
quiebra tu reloj!


Corazón azulado,
lámpara de mi alcoba.
¿Lates  bien sin mi sangre
filarmónica?
¡Oh, poeta infantil,
quiebra tu reloj!
                                    Federico García Lorca

Ø  ALITERACIÓN: (plano del sonido) se repiten los sonidos en la frase buscando una sugestión musical.
Ejemplo:

El tambor a ratos,
Va poniendo furiosos tus zapatos
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Y tu taco toca, y tu taco así
Riega por el aire tu caliente Haití

Ø  PERSONIFICACIÓN: (PLANO DEL SENTIDO)se atribuyen cualidades y acciones propias del hombre a otros seres o cosas.
Ejemplo:

Hay dulzura infantil
En la mañana quita.
Los árboles extienden
Sus brazos a la tierra.
                                         Federico García Lorca
Ø  SINESTESIA: (Plano del sentido) se sugiere una sensación o sentido (gustativo, táctil, olfativo, auditivo, visual) por medio de otro que corresponde a un sentido diferente. Se combinan dos o más sentidos mediante la trasposición de significado.
Ejemplo:

En el silencio perfumado cantaba un ruiseñor. Colores chillones.



Ø  PREGUNTAS RETÓRICAS: (plano del sentido) es una afirmación expresada como una pregunta.
Ejemplo:

¿No los veis devorando cual fieras,
Todo pueblo que logran rendir?

Ø  COMPARACIÓN: (plano del sentido) se da cuando establecemos semejanzas de dos objetos diferentes utilizando términos como, por ejemplo: cual, como, parece.
Ejemplo

Tu corazón es como el fuego.
Ella era blanca cual nieve recién caída.
La luna parece un disco de plata.

Ø  METÁFORA: (plano del sentido) consiste en la traslación de elementos o ideas. Se trata de una figura que establece una relación de igualdad entre dos términos diferentes que se relacionan partiendo de sus semejanzas, es decir se percibe entre ambos cierto parecido a partir de la asociación. Por ejemplo si decimos FUEGO para referirnos al AMOR, se produce una modificación de los elementos que conforman el significado de fuego: se suspende el significado propio o literal y se seleccionan otros aspectos que son compatibles con amor (pasión, etc.)
Otros ejemplos:

Corazón de fuego
Labios de rubí.
La luna es un disco de plata.




LA VISIÓN DE LOS VENCIDOS: RELATOS INDÍGENAS DE LA CONQUISTA

Se denomina “visión de los vencidos” a la vertiente del estudio de la historia que se ha dedicado a recoger los relatos indígenas sobre la conquista española. Si bien las culturas indígenas eran de carácter predominante oral, se han conservado algunos testimonios y cantos que fueron registrados por escrito y que provienen de la región de México. En ellos, puede observarse una visión de la conquista opuesta a la de los viajeros europeos y el sentimiento frente a la destrucción de la propia cultura.
LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL SITIO DE TENOCHTITLÁN


En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casa,
enrojecidos tienen sus muros.

Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos
es como si bebiéramos agua de salitre.

Golpeábamos en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.

Hemos comido palos de colorín,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos…

Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban, en el fuego mismo, la
comían.

Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote
del niño y de la doncella.

Basta: de un pobre era el precio
solo dos puñadas de maíz,
solo diez tortas de mosco,
solo era nuestro precio
veinte tortas de grama salitrosa.

Oro, jades, mantas, ricas,
plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso,
en nada fue estimado.


                              ANÁLISIS DEL POEMA: LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL SITIO DE TENOCHTITLÁN

1.      ¿Cuántas estrofas tiene el poema? ¿Cuántos versos posee cada estrofa?
2.      De acuerdo con la lectura de las estrofas:
a.       En las tres primeras estrofas, ¿de qué manera se presenta la destrucción del imperio indígena? Fundamenta apropiadamente con alguna imagen propia del texto que refuerce tu respuesta.
b.      En las estrofas cuarta y quinta, ¿cómo se establece la diferencia anímica entre el mundo indígena y el de los españoles? Justifica adecuadamente.
c.       En las estrofas sexta y séptima, ¿de qué modo los indígenas son explotados por los españoles a partir del sistema de encomiendas? Refuerza tu respuesta con citas textuales.
d.      En la  estrofa final, ¿de qué modo se refleja el menosprecio de los españoles hacia el mundo indígena? ¿Qué relación puede realizarse con la primera estrofa?
3.      En relación con la lectura integral del poema:
a.       ¿Cuál es la perspectiva de la conquista española que tienen los indígenas de la región central del actual México? Justifica tomando en cuenta si la visión del poeta presenta el contacto cultural como encuentro o como cchoque.
b.      ¿Qué diferencias pueden establecerse entre la visión de los conquistadores y la visión de los indígenas? Justifica tomando en cuenta los móviles utilizados por los españoles para imponer poder.
4.      Extrae del texto cinco figuras retóricas: Explica por qué la frase o palabra extraída pertenece a ese recurso y, luego, expone el significado que adquiere dentro del texto.











MÁS POESÍAS
Rectángulo redondeado: DOLOR DEL CANTO
Oye un canto mi corazón:
me pongo a llorar; me lleno de dolor.
¡Nos vamos entre flores:
tenemos que dejar esta tierra: 
estamos prestados unos a otros:
iremos a la casa del sol!
¡Póngame yo un collar de variadas flores: 
en mis manos estén;
florezcan en mis guirnaldas!
¡Tenemos que dejar esta tierra:
estamos prestados unos a otros:
nos  vamos a la Casa del Sol!

Romances de los Señores de la Nueva España, f.27 v. De Nezahualcóyotl y del mismo tiempo.
Rectángulo redondeado: MI POEMA
Yo perforo esmeraldas:
Yo oro estoy fundiendo:
¡Es mi canto!
En hilo ensarto ricas esmeraldas:
¡Es mi canto!

 Cant. Mex., f. 23 Del Totoquihuatzin, rey de Tlacopan, al principiar el siglo XVl
Rectángulo redondeado: VIDA FALAZ
¿Es verdad, es verdad que se vive en la tierra?
¡No para siempre aquí: un momento en la tierra!
Si es jade, se hace astillas,
Si es oro, se destruye;
Si es un plumaje de quetzal, se rasga.
¡No para siempre aquí: un momento en la tierra!

Cant. Mex., F. 17 De Nezahualcóyotl. La  misma época.
 

























































[1] Adaptado de www. edubloggerargento.ning.com